Su precio oscila entre los 300 y 1.000 euros en un turismo y se eleva hasta los 3.000 en vehículos industriales, un desorbitado precio que se explica porque el catalizador del tubo de escape tiene paladio, rodio y platino, metales muy valiosos y preciados por los ladrones, que en la capital han perpetrado ya, al menos, siete robos.

Las furgonetas, especialmente de la marca Citroën Kangoo, están entre las preferencias de los cacos que trata de localizar ya la Policía Nacional, una preferencia que se debe a que el catalizador es mucho mayor que el de los turismos, al igual que el de los camiones y los todoterrenos, y el precio mucho más alto.

Uno de los robos se produjo en la calle de Obispo Acuña, cuando el propietario de la furgoneta estacionó el vehículo mientras hacía un alto en el camino, entre las 14.30 y 16.00 horas. El ruido que hacía el tubo de escape cuando volvió a circular con la furgoneta le llevó directamente al mecánico, donde el profesional le indicó que le habían serrado con una radial el catalizador.

A otro de los denunciantes de este tipo de robos le salió caro detenerse para tomar un café en la zona de la Universidad Laboral. Cuando volvió a subir al vehículo y arrancó, escuchó un sonido extraño que procedía de los bajos: los ladrones le habían sustraído el catalizador con el mismo sistema que en el caso anterior caso.

Al parecer, el desmontaje de esta pieza es mucho más fácil en las furgonetas, camiones y todoterrenos que en los turismos. El catalizador, esencial para pasar la ITV, está compuesto por una coraza de acero, una matriz cerámica y, para filtran los gases que proceden del motor, varios tubos metálicos que están recubiertos de rodio, platino y paladio. Una vez sustraídos se trituran para extraer estos caros metales en un proceso de reciclado que pocas empresas realizan en el territorio nacional. Los catalizadores se clasifican según la cantidad de metales que contienen. Se adquieren en desguaces y también existen empresas dedicadas a su recogida y venta.