El sacerdote toledano Alfonso Fernández Benito, doctor en Teología Moral -que participó en el sínodo de la familia convocado por el Papa Francisco-, participó el miércoles en las conferencias del Mes de la Salud organizadas por la Fundación Caja Rural.

-¿Cuáles fueron las conclusiones de su presencia en el sínodo?

-La Iglesia está abierta ante la diversidad de modelos que hay hoy en día. Todo es cambiante con un sustrato que siempre es el mismo. La familia no es algo líquido que se pueda moldear ni algo gaseoso que se evapore, es algo sólido que tiene su fundamento en el matrimonio. Y el matrimonio es solamente la unión del hombre y la mujer. A pesar de las adaptaciones culturales, siempre se debe mantener la estructura del hombre, la mujer y los niños. Esos elementos son innegociables porque pertenecen no sólo a la invención de Jesucristo, que lo eleva a sacramento, sino al orden de la Creación.

-Abordaron cuestiones como el divorcio o la homosexualidad, temas que tienen que ver con nuevos modelos de familia.

-Esos tipos de uniones homosexuales se enumeraron al final en algunas cuestiones planteadas. A los padres sinodales sobre todo les preocupaba la educación de los niños que crecen adoptados por este tipo de uniones ya que está comprobado que presentan problemas a nivel pedagógico. Se pidió que los grandes lobbies arcoiris no presionaran tanto, porque a veces las decisiones se toman por motivos económicos y se perjudica la ayuda a países pobres si no se aceptan las uniones homosexuales o se les permite adoptar. Esta cuestión no se trató a fondo sino que se quedó en tratarlo en el próximo sínodo.

-Sí se trató la situación de los divorciados.

-Hay que distinguir entre los divorciados que no se han vuelto a unir y los que sí. Hay algunos que han sufrido ese divorcio y que son un ejemplo a seguir porque continúan con la vida cristiana. Por tanto, pueden y deben acercarse a la comunión eucarística y a la confesión. El problema se presenta cuando los divorciados de un matrimonio canónico válido se vuelven a casar, civilmente por supuesto, y entonces la Iglesia no les puede administrar los sacramentos del perdón de los pecados y la comunión. No son ni están excomulgados, pero se encuentran en una situación particularmente difícil porque viven en un estado de adulterio persistente y manifiesto. Algunos padres sinodales plantearon si se podía hacer un camino de reconversión o penitencia para darles al final la comunión fijándonos en la praxis de la Iglesia ortodoxa. Personalmente, veo difícil que se pueda dar la absolución y la confesión incluso en secreto porque su situación contradice el matrimonio entre Cristo y la Iglesia.

-¿Y eso no cambia ni aunque esas personas divorciadas mantengan después una fe y una vida cristiana?

-Si se divorcian y no contraen de nuevo matrimonio claro que pueden acercarse a Dios. Para poder recibir los sacramentos tienen que mostrar arrepentimiento y propósito de enmienda. En caso de volver a unirse, podrían acercarse si practicaran la abstinencia total de relaciones con su nueva pareja. Esto, que parece muy difícil, hay gente que lo hace. Yo tengo varios feligreses en mi parroquia que han comprendido que es la única forma de seguir las normas de la Iglesia y ya llevan así varios años. Entonces se les puede dar la comunión en secreto.

-Ahora que parece que la Iglesia se está "abriendo" con el nuevo Papa, ¿no sería posible hacerlo en público? Sobre todo en casos donde ese divorcio se ha producido por malos tratos o abandono.

-Las separaciones son motivo de sufrimiento para los cónyuges y para los hijos que conviven con ellos. El Papa Francisco es el Papa de la misericordia y convocó el sínodo para divulgar el mensaje del buen pastor que acompaña siempre a su rebaño, pero sin traicionar nunca el evangelio como nos pidió a los sacerdotes. Sí se permite esa separación en casos en los que se prueba que el primer matrimonio no fue válido, se puede y se debe acudir a los tribunales eclesiásticos.

-Mucha gente se queja que ese proceso de nulidad es muy lento y muy caro.

-Los procesos con sentencia simple o doble confirmatoria no tendría por qué durar más de un año o año y medio si se hace bien, pero tiene que haber personal dedicado a ello y los testigos no pueden cambiar de opinión. Es un proceso donde no interviene solo un tribunal de tres jueces sino intervienen testigos y abogados y lleva su tiempo.

-¿Estas son algunas de las "líneas rojas" de la Iglesia, pese a que se abra?

-Al sínodo se nos ha acusado de no dar soluciones pastorales, pero no es tan fácil porque todo el evangelio está relacionado. La Iglesia está intentando dar soluciones a los máximos problemas posibles, pero no se puede traicionar el evangelio. Flaco favor haríamos si por hacer caso a los hombres o ser fieles a ellos devaluásemos las exigencias de Jesús. No es cuestión de rebajar sino de acompañar. El Papa quiere que acompañemos y atendamos a estas personas como si la Iglesia fuera un hospital de campaña.

-También se abordó el tema de los jóvenes.

-Sí, y fue el punto principal, en contra de lo transmitido por los medios. El gran problema que tenemos es cómo anunciar el evangelio de la familia y de la vida a los jóvenes que viven en el círculo equivocado. Han sentido lo bonito que es el amor, se juntan y si luego quieren se casan y si no cada uno por su lado. Tenemos que transmitir a los novios el mensaje de la familia y de la vida y de la entrega.

-Últimamente ha sido polémico el programa de la asignatura de religión, destinado sobre todo a los adolescentes.

-No conozco en profundidad el tema, pero nos preocupa la educación afectivo-sexual en la escuela, que creemos que tiene que estar en ayuda y en dependencia de la familia, que su lugar originario. No podemos dar una educación que los padres no quieran o no pidan. Es importante que se cuide, porque los jóvenes viven su yo como algo secuencial que dentro de diez años no va a ser el mismo y parece que el hombre ya no es capaz de guardar sus promesas. La educación debe velar por las virtudes, concretamente por la castidad, que nos capacita para el amor maduro. Eso tiene que estar presente en educación de niños, adolescentes y jóvenes.