El historiador zamorano Sergio Pérez presentó el pasado jueves en el XIII Curso "Arte en Zamora" de la UNED las primeras conclusiones del estudio que ha compartido con Rubén Fernández Mateos sobre la imaginería medieval de Zamora. La investigación ha revelado, entre otras novedades, la participación de un taller de la Catedral de León en la labra de un conjunto de esculturas comandadas por la Virgen de la Calva de la Seo de Zamora. El experto habla a continuación sobre este trabajo -desarrollado entre 2010 y 2013 a través del Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo-, de su participación en el programa cultural Zamora Románica y de la eterna cuestión de la difusión del legado medieval de la ciudad.

-¿Dónde arranca el trabajo que ha compartido con Rubén Fernández Mateos sobre la escultura medieval?

-Nos dimos cuenta de que todo lo que se ha publicado sobre el románico local estaba centrado en la arquitectura y que nadie se había ocupado de la imaginería, una faceta de las más desconocidas y también de las más denostadas. Hemos invertido tres años en este estudio y confiamos que el Florián de Ocampo pueda publicarlo este año.

-¿Cuáles son las principales conclusiones del estudio?

-Desde el punto de vista de la promoción artística, el tema del curso que se ha desarrollado en la UNED, lo más interesante está relacionado con un grupo de imágenes que datan de finales del siglo XIII y principios del XIV, con características comunes, relacionadas con los talleres catedralicios de León. El artista no tiene nombre, como la mayoría de los que trabajaron en la Edad Media, por lo que decidimos llamarlo "el maestro de la Virgen de la Calva", dado que entendemos que la primera obra que hace en Zamora es la Virgen de Nuestra Señora de la Majestad, apodada así. A partir de ese momento, trabaja durante el primer cuarto del siglo XIV en la diócesis. Suponemos que tiene al cargo a una serie de oficiales que se forman en León, al calor de la construcción de la Catedral. Desconocemos por qué el grupo se acerca a Zamora, pero su producción responde a una serie de encargos que guardan características comunes.

-¿Qué singularidades destacaría?

-Son imágenes labradas en piedra, con mucha calidad, facciones muy poco esbozadas, ojos almendrados bastante definidos y, en las vírgenes, una corona que ciñe el velo. En estas figuras aparece ya el tono naturalista del siglo XIV, un hecho que se aprecia en aspectos como la postura del Niño que acompaña a la Virgen.

-Sobre el conjunto de la investigación y después de tres años de trabajo, ¿han hallado muchas sorpresas?

-Hemos catalogado más de trescientas piezas en la demarcación de la diócesis de Zamora, aunque también incluimos algunos trabajos relacionados que pertenecen al norte de la provincia y, por lo tanto, a una diócesis distinta. El concepto de las provincias es muy nuevo y los artistas trabajaban en función de las diócesis, aunque finalmente las obras superan estas fronteras porque están ligadas a las monarquías, a los reinos de Castilla o de León, a las figuras regias del momento, a Sancho IV o a Fernando IV.

-¿Qué importancia tiene este conjunto de esculturas?

-La mayor aportación del estudio consistirá en saber cuál es la relevancia de los diferentes estilos de la escultura en el periodo investigado, fundamentalmente del siglo XII al XV. Conservamos muy poca imaginería románica, quizá un 40 por ciento de la que incluye el informe, dado que el resto proceden del siglo XIV y del XV. Entre ellas, las más abundantes son imágenes de crucificados y vírgenes, junto a sus derivaciones iconográficas.

-En la Catedral, los responsables abrirán un nuevo lucillo una vez obtenido el permiso de Patrimonio, ¿qué le parece esa labor de arqueología que se está llevando a cabo?

-En la charla de este jueves, comenté que cuando entras en la Catedral y buscas restos de los siglos XIII o XIV te das cuenta de que no hay nada porque buena parte se arrasó con la construcción de la cabecera tardogótica hacia 1500. Leyendo unos pasajes del Manual para el buen gobierno del deán y los canónigos de la Catedral del siglo XVI, compruebas que en la cabecera había una serie de sepulcros bastante ricos con sus figuras: las tumbas de los obispos Pedro y Suero. Todo esto ha desaparecido. El hecho de que ahora se recuperen esos lucillos, pertenecientes a personajes muy ligados al templo, es toda una suerte.

-Ha sido el historiador del programa Zamora Románica en su desarrollo durante cinco años, ¿qué conocemos ahora que ignorábamos antes de las restauraciones?

-Los hallazgos arqueológicos y documentales nos ayudan a comprender capítulos desconocidos de algunos edificios, como Santa María la Nueva. Hemos accedido a conocimientos sobre las artes plásticas de esos edificios, como las pinturas del Sepulcro o los hallazgos de tumbas en Santa María, con las de carácter infantil junto a la cabecera, que nos han permitido comprender cómo funcionaba el espacio funerario de una iglesia de aquella época. Y también en este templo, hemos podido entender las fases constructivas de un edificio en el que siempre se había planteado la relación entre la torre y la nave. Asimismo, se ha logrado poner en valor algunos bienes perdidos desde hace tiempo, en una tarea importante para que los zamoranos tomen conciencia de lo que realmente tienen. Es una pena, sin embargo, que todo este conocimiento no haya tenido su reflejo más que en conferencias y pequeñas publicaciones. Este trabajo bien merecería una relectura de algunos edificios, una tarea que solo se puede hacer con la aportación de todos los profesionales que han trabajado en ellos: ingenieros, arqueólogos, especialistas de la piedra?