Director del Centro Nacional de Difusión de la Música, Antonio Moral visitó esta semana la ciudad para acompañar la presentación del XIII Pórtico de Zamora, festival que coproduce la institución. Moral habla claro de los problemas y retos de la música clásica, reconoce que el país ha olvidado históricamente a sus compositores y expone las experiencias de éxito del centro radicado en Madrid, cuya oferta de actividades acumula una notable satisfacción en un momento en que la cultura ha quedado relegada a un segundo plano.

-El Centro Nacional de Difusión de la Música es un órgano del Ministerio de Cultura con una intensa actividad, ciertamente desconocido para los zamoranos. ¿Cuáles son los objetivos de la institución que dirige?

-Como su propio nombre indica, la razón es difundir la música, no solo en Madrid sino en todo el país, junto al apoyo de músicas que no están dentro del repertorio habitual. Ayudamos de manera expresa a la creación contemporánea, sobre todo a los compositores españoles para poner en valor la música del siglo XX -la gran desconocida- así como la que se ha producido en los tres lustros del XXI.

-¿Qué otras metas tiene el centro?

-La otra pata de este proyecto es la recuperación de nuestro patrimonio musical y su puesta en valor, desde la música medieval o renacentista hasta la del XVIII, donde nuestro país tiene una importancia capital, con compositores de la máxima trascendencia que, probablemente, no se han estudiado ni dado a conocer de la forma que se debería. Por ejemplo, en el concierto que abre el Pórtico de Zamora este año hay una obra muy interesante de José de Nebra -uno de los músicos más importantes del siglo XVIII- junto a la pieza de las Siete Palabras de Cristo en la Cruz de Francisco Javier García Fajer. Forman parte de un grupo de compositores muy importantes cuyas obras, en algunos casos, duermen el sueño de los justos en bibliotecas o archivos catedralicios sin darse a conocer.

-¿Estas piezas son conocidas por los expertos?

-Afortunadamente, tenemos un nivel de musicología muy relevante en España, con expertos que se pueden codear con los que de cualquier parte del mundo. Trabajamos en esta línea y, precisamente, el Pórtico de Zamora abunda en el trabajo de la música barroca, aunque también de otras épocas. Ahí tenemos el ejemplo del pasado año del "Cuarteto para el final de los tiempos" de Oliver Messiaen en un marco extraordinario como San Cipriano.

-Lo que acaba de decir sobre músicas que no han sido suficientemente difundidas es exactamente el argumento ofrecido por el experto Jordi Savall cuando en 2014 rechazó el Premio Nacional de Música, ¿es tan evidente esta carencia?

-Lo es. En nuestro país hemos ido con retraso con respecto de nuestro entorno. Jordi Savall se queja de que el apoyo a la música antigua y barroca no ha sido el idóneo durante muchos años, pero no ahora. Precisamente, el Centro Nacional de Difusión de la Música ha sido creado para paliar este problema. Este año, sin ir más lejos, tenemos setenta obras de recuperación que se estrenan en tiempos modernos. Muchos de los grupos que participan en nuestros proyectos tienen un compromiso con rescatar obras y elaborar un estudio musicológico previo. El pasado año lo hicimos con las "músicas de ida y vuelta", donde ofrecimos un amplio panorama de las obras que iban a América Latina y volvían al cabo de los años. Gracias a que muchas se quedaron allí, cuando se produjo el incendio del Alcázar de Madrid en el siglo XVIII, muchas de las partituras que desaparecieron las hemos podido recuperar porque estaban al otro lado del Atlántico en archivos y catedrales de Guatemala, México, Perú o Bogotá. Hemos organizado un ciclo de veinte conciertos en 2014, precisamente, para dar a conocer esto.

-¿Dónde radican las razones de esa nueva preocupación?

-El panorama está cambiando después de que los distintos gobiernos centrales, autonómicos y municipales no hayan prestado la atención suficiente a la recuperación musical. Desde hace ocho o diez años, la situación ha dado un vuelco porque vemos que las autonomías están implicadas en la recuperación de este patrimonio, con ejemplos destacados como Cataluña, Andalucía o Castilla y León. La crisis económica de los últimos años ha frenado un proceso que, no obstante, ya es imparable. Se demuestra que la música española tiene calidad y es importante en Europa.

-Usted ha impulsado una importante publicación sobre la música en varias etapas de su vida. ¿Qué importancia tiene, no solo el rescate del patrimonio, sino su divulgación? ¿Llega a la gente este tipo de música?

-La música buena llega a la gente...

-Aunque hay mucha música mala?

-Claro, ha sido así a lo largo de toda la historia y en todos los géneros musicales. Hoy se componen obras de poca calidad en folk o en pop, pero también en la clásica. Hay que precisar que no es necesario recuperar toda la música que está guardada.

-Es decir, porque sea antigua no quiere decir que sea buena?

-En efecto. Por no haberse dado a conocer, no quiere decir que sea necesario ni que tenga que ser forzosamente de calidad. Pasa lo mismo que con nuestros compositores actuales. En la época de Mozart había una saga de creadores que hoy apenas son conocidos y, en cambio, este genio estuvo proscrito entonces y ahora es uno de los más grandes compositores. ¿En qué consiste la difusión? En poner al alcance de la gente, desde un punto de vista institucional, música de una forma factible con precios de entrada asumibles por un amplio espectro de la población. Por otro lado, debemos cuidar que ese patrimonio no sea "sota, caballo y rey", huyendo de las Cuatro Estaciones de Vivaldi o del Concierto de Brandemburgo.

-¿A qué se refiere exactamente?

-El director Alberto Martín y su equipo presentan un envoltorio muy conseguido desde el punto de vista del grafismo, pero que resumen el porqué de los repertorios y obras que se van a interpretar. Hay una unión y una complementariedad en el proyecto. La gente viene aquí a escuchar unos conciertos maravillosos en una iglesia con una acústica estupenda, pero también a reflexionar, bucear, comparar estilos musicales que están en "un viaje y una despedida", como es el caso de este año. El público tiene así una perspectiva más amplia. Si me apuras, creo que es mejor este tipo de propuestas que una serie ecléctica de conciertos a lo largo de la temporada.

-¿Cree que Zamora puede hacer un poco más en este sentido?

-Esta ciudad necesita promocionar más su riqueza arquitectónica, el románico, la gastronomía tradicional y de vanguardia? La música y la cultura en general debería tener una presencia mayor, porque el Pórtico solo es un botón de muestra. Esta ciudad tiene que implicarse más en un proyecto cultural y musical. Se acaba de inaugurar un teatro fantástico con muchas posibilidades. Estos municipios, como pasa en Italia, deben "vender" un proyecto cultural en una ciudad bien comunicada, agradable y con una arquitectura singular. Ha de ser un reto para los gobiernos autonómicos y municipales con responsabilidad aquí. En nuestro caso, nos hemos implicado en el Pórtico porque, de lo contrario, el festival hubiera desaparecido, algo muy injusto.

-¿Está aportando la Red mayor facilidad para poder acceder a la música clásica?

-El conocimiento de la música clásica lo han aportado históricamente los discos y, por este motivo, la piratería hace menos daño. A nadie se le ocurre descargarse una ópera que dura más de tres horas, que va dirigida a un público más formado y con recursos. En el campo de Internet y las nuevas tecnologías, está claro que los mercados reaccionan más tarde que los ciudadanos. El problema que existe entre la industria musical y el público es que deben hallar el punto de encuentro. Muchos productos siguen siendo muy caros, la gente no tiene dinero y prefiere descargárselos. Aquí, cada uno defiende sus intereses y las discográficas se quejan del IVA excesivo.

-¿El IVA hace el mismo daño en la música que en el cine?

-El IVA cultural es para todos y, para el promotor clásico, no es lo mismo pagar un 10% que un 21% de impuestos. Hay muchas voces que critican que esto no ha funcionado lo que debería según los cálculos de los expertos, pero es una decisión de Hacienda en un momento difícil en la que no ha dado marcha atrás como en otros casos. Lo que espero es que cambie de opinión, se dé marcha atrás en este asunto para recuperar un mercado bastante castigado.

-Hay otra cara de Internet, ¿cree que ha facilitado el conocimiento de todo tipo de músicas a través de innumerables recursos como los vídeos o los "podcast"?

-Ha sido una revolución total, no solo en la cultura, sino a la hora de acercarnos a cualquier disciplina porque nos procura un conocimiento inmediato. En el caso de la música clásica, desde hace muchos años se dice que hay una crisis y que se va a acabar, pero hoy hay más oferta que nunca. En Madrid, por ejemplo, este género ha bajado mucho menos que otros en impacto de espectadores y, por ejemplo, el Auditorio Nacional batió récord de asistencia en 2014. Sí reconozco que puede haber un cierto cansancio en una programación reiterativa de una serie de ciclos que son más de lo mismo. Cuando el programador, que ha de ser cultivado y con buen gusto, acierta, las localidades se agotan rápidamente. La propuesta es interesante desde el punto de vista estético y de la música, en una ciudad que convierte esta idea en agradable. El Pórtico de Zamora no tendría el mismo impacto en Parla, por poner un ejemplo.