Un trabajo que no se termina en la edición del libro. El último premio Nadal, el zamorano José C. Vales, quien presentó ayer en la ciudad su obra ganadora, "Cabaret Biarritz", defiende que el público desarrolla un papel muy activo "para completar" el proceso literario, asegurando que este termina "cuando el lector se implica. Si no, la literatura queda coja. No se puede tener un libro muy bueno en un cajón, solo servirá para reciclar. El proceso finaliza con el lector, cuando surgen esas chispas y mariposas", evoca.

Abrumado, pero también agradecido por la atención recibida tras ganar este galardón, Vales afirma que su vida apenas ha cambiado. "Sigo teniendo que poner la lavadora y hacer la comida", explica con su humor característico. Pero reconoce el peso del premio. "Es una alegría, pero también una inmensa responsabilidad, porque se trata del premio literario privado más importante y con más amplia trayectoria, así que hay que estar a la altura de los setenta ganadores anteriores", acepta.

Su particular humor es el que, en gran parte, le está ayudando a sobrellevar esta incipiente fama en los círculos literarios. De hecho, defiende el humor como parte esencial de la literatura. "La novelística se ha puesto demasiado solemne", lamenta, al tiempo que rememora autores como Cervantes o Larra. "Nuestra historia de literatura es una historia de humor, pero en general, a partir del 98, no se le ha dado un valor. Es como en los Oscar, que siempre premian a los dramas, nunca a las comedias", compara. Un actitud que califica de error "desde el punto de vista intelectual", ensalzando esta cualidad. "Por mi carácter no voy a dejar de reírme, la vida me parece un compendio de hechos maravillosos, absurdos, duros, terribles y sublimes y precisamente por ese caos considero que hay que mirarlo todo con cierto sentido del humor", razona.

Una cualidad que se puede ver en la que es su segunda novela y que el jurado también valoró a la hora de decantarse por su obra. "Supongo que también apreciaron cierta sustancia intelectual, además de ser una novela correctamente escrita, documentada y formalmente atractiva, como destacaron", recuerda.

Lo que tampoco ha cambiado este premio es su profesión y sigue subrayando que "ante todo" es filólogo. "De momento solo escribo, pero no me considero todavía escritor. Como la literatura, se necesita también un tiempo para asentarse esta nueva faceta. Los miembros del jurado del Nadal han decidido que sí lo soy, pero me lo tomo con cierta cautela", apunta. Firme defensor de su carrera, destaca que la filología enseña en esencia la ciencia de las letras, en cualquiera de sus caminos. "Es la que te acerca al texto literario y es ahí cuando te das cuenta de que la inspiración no existe, sino el trabajo, el esfuerzo y el conocimiento. Solo entonces surge la literatura", finaliza.