Miércoles, 9 y pocos minutos de la mañana. Las puertas del supermercado acaban de abrir y en el puesto de la pescadería aguardan medio centenar de personas. La máquina que dispensa números para los turnos echa humo. Merluza a 3,95 euros el kilo. A mitad de precio de lo que suele ser habitual. El gancho está servido y se cuentan por centenares las personas que se acercan hasta el establecimiento para conseguir la ganga. Algunos han hecho cola a las puertas a pesar del frío de esas horas de la madrugada.

No todas responden al perfil típico del ama de casa. Hay muchos hombres, algunos encargados por sus respectivas esposas de ir a por la oferta del folleto del fin de semana que se encarta en este diario. Y allí aguantan el tipo, a regañadientes.

Alimerka es uno de los supermercados que recurre a este tipo de ofertas que suele acarrear oleadas de clientes en busca del chollo gastronómico: "Compramos en origen. Tenemos gente en todas las rolas del Cantábrico, lo que nos permite ajustar los precios manteniendo la calidad", comenta el encargado del supermercado. Hasta mil kilos de pescado en un día llegan a despachar en cada una de las tiendas de Zamora.

Conseguir la oferta no es tarea fácil, y hay auténticos estrategas en la caza de la ganga. Antes de abrir el supermercado ya se forma una cola en los días de ofertas tentadoras. Por lo general se respeta la formación hasta llegar a la máquina expendedora de los turnos, aunque al principio había quien se saltaba la cola y cogía toda una tira para repartir entre parientes y amigos, lo que a punto estuvo de provocar un altercado. Las sucesivas ofertas han calmado los ánimos, ahora todo el mundo tiene más experiencia y sabe que la mayor virtud es la paciencia. Frente a quien ve el panorama y se da la vuelta, son muchos los clientes, que se preparan para la larga espera, que saben de horas, apoyadas en las cámaras situadas frente a la pescadería e incluso han sido habilitados taburetes para las mujeres más mayores.

Es frecuente que cada cliente se lleve varias merluzas: "con esto tengo para una semana", comentaba una clienta. Otra reconocía que, ya puestos, "cojo para mis hijos y otras personas". De ahí que el turno de algunas suponga tener por delante a cerca de 300 personas. Por muy diestras que sean los pescaderos, preparar dos, tres o incluso cinco merluzas lleva su tiempo, y la ansiedad se nota, sobre todo cuando la vez está cerca pero no acaba nunca de llegar. La propaganda de los "súper" que en otros tiempos era poco más que un estorbo en el buzón es hoy un eficaz medio para sacar partido al magro sueldo.