El obispo de Zamora, Gregorio Martínez Sacristán, visitó ayer, domingo 11 de enero, el Centro Penitenciario de Topas, donde ha celebrado la eucaristía con los reclusos. Le acompañaron en esta visita Antonio J. Martín de Lera, delegado episcopal de Cáritas Diocesana de Zamora, Flor de Lis Agudo, responsable del Programa de Reclusos y ex reclusos de Cáritas y varios voluntarios del programa.

En la homilía, el prelado insistió en que la celebración de la eucaristía fuera “motivo de gozo y alegría para vosotros: poner caliente el corazón. En ella se hace el Señor presente, compañero y caminante”. Además les invitó “a descubrir la grandeza y belleza de vuestro bautismo y que lo vivamos en cualquier lugar donde estemos”, haciendo referencia al evangelio que se proclamó en la Misa.

Una vez acabada la eucaristía, el obispo visitó la enfermería del centro penitenciario de forma “muy natural y cercana” con todos los que allí se encuentran. “Fue realmente conmovedor el encuentro con alguno de los internos enfermos”, comenta Flor, responsable del programa, que también destaca que fue “una forma sencilla de compartir la Eucaristía con las personas privadas de libertad haciendo presente la Iglesia de Zamora en el Centro Penitenciario de Topas y un testimonio de amor, esperanza y consuelo”.

El programa de reclusos y ex reclusos de Cáritas desarrolla su trabajo tanto en el exterior como en el interior de la cárcel de Topas. Fuera de la prisión, ayudan a las familias de los presos en todo lo que puedan necesitar y también se intentar construir puentes con la sociedad para no caer en la exclusión.

Periódicamente, los voluntarios y los responsables del programa acuden al centro penitenciario de Topas para crear espacios y ofrecer actividades que favorezcan la adquisición, potenciación de hábitos, aptitudes y actitudes que contribuyan a mejorar la convivencia y les sirvan de base para su reinserción social. Estos encuentros también buscan el cambio en diversos aspectos de la vida del interno y favorecer la toma de conciencia sobre su propia realidad.