La entrada en vigor de los nuevos currículos de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y Bachillerato no ha causado una primera buena impresión entre quienes se dedican a la educación. Docentes han levantado ya la voz contra este nuevo paso de la Lomce impulsada por el ministro Wert al considerar que se ha realizado "sin tener en cuenta la opinión del profesorado". Además, diferentes aspectos, como el de la prueba final o "reválida" que se implantará al final de cada ciclo han provocado también una oleada de reacciones, en general negativas, que apuntan a un retroceso en la educación.

Comisiones Obreras ha sido uno de los sindicatos más contundentes a la hora de hacer balance del nuevo currículo y critica que "no se haya negociado ni evaluado el importante impacto directo que los cambios pueden tener en las condiciones laborales del profesorado". Desde la organización recuerdan "el caos que se produjo al inicio de curso con la implantación de la Lomce en Primaria" y sugieren que puede ocurrir lo mismo en esta ocasión ante la "falta de tiempo material" para desarrollar los currículos autonómicos.

El nuevo formato de la ESO, que se dividirá en dos ciclos de tres y un año respectivamente, ha causado también críticas entre el profesorado. Desde el sindicato UGT aseguran que se trata de una manera de "segregación del alumnado", al establecer itinerarios "excluyentes que seleccionan y clasifican" a los estudiantes antes de acabar la enseñanza obligatoria. Inciden desde la organización en que el Ministerio "nuevamente ha usurpado" la negociación y "no se ha tenido en cuenta para nada" a los profesores, pese a la encuesta online lanzada por la Consejería de Educación en el mes de diciembre para recoger sugerencias de mejora.

Pero si existe algún punto del nuevo currículo de la Lomce donde la mayoría de los sindicatos con representación en los consejos escolares coinciden, ese es la puesta en marcha de la evaluación final o "reválida" al final de la Educación Secundaria Obligatoria y del Bachillerato. La ley prevé que al finalizar el cuarto curso de ESO, los estudiantes deberán superar una evaluación en función de los itinerarios escogidos (académicas, para bachiller, o aplicadas, para Formación Profesional). Un único examen que ponderará el 30% del total del ciclo y que se realizará por primera vez en el curso 2017-2018.

Desde las organizaciones sindicales explican que esto es una forma de "segregación" que puede causar un incremento del abandono escolar a una edad muy temprana al considerar, además, que los alumnos que no superen esta prueba se quedan "abandonados" por el Gobierno. La opción de escoger itinerario en tercero de ESO entrará en vigor desde el próximo curso en todos los centros educativos de la provincia.