En términos teóricos, para que un sistema de protección social y mantenimiento de los servicios públicos como el español alcanzara su punto óptimo el número de activos debería ser muy similar al de personas inactivas. Sin embargo, la llegada de la crisis ha hecho que una gran parte de la población activa no encuentre trabajo, algo a lo que hay que añadir que el sueldo de los efectivos del sector público es sufragado con los impuestos que paga el sector privado.

Pasa algo similar con el sistema de pensiones. El grave descenso del número de cotizantes unido al aumento de los pensionistas ha hecho saltar las alarmas en la cúpula de la Seguridad Social. En Zamora son 62.400 trabajadores los que tienen que costear los ingresos de los 50.788 pensionistas, un ratio muy bajo. En un escenario idílico, debería haber el doble de cotizantes que de pensionistas. Para elaborar el ratio el Estado contabiliza como cotizantes a los desempleados que perciben algún tipo de prestación, algo que elevaría la cifra en Zamora hasta casi 70.000 personas. Sin ellos la situación es bastante peor.

Esto es de capital importancia en un sistema en que los trabajadores actuales son los que tienen que costear las pagas de los pensionistas para después recibir su pensión de los futuros trabajadores.