"Sin abogados libres e independientes, no hay justicia", condiciones sin las que "se quebraría el Estado de Derecho y los derechos fundamentales de la persona". El exdecano del Colegio de Abogados, Ignacio Esbec, efectuó tal reflexión ayer durante el discurso que realizó al recibir la Cruz de San Raimundo de Peñafort, en un acto en el que se elogió "su trabajo, esfuerzo y dedicación" a la profesión, en palabras del presidente del Consejo de la Abogacía de Castilla y León, Fernando García Delgado. "¡Qué buen ojo clínico, magnífico", tuvo Juan Antonio Barba, quien le propuso como sucesor, cuando anunció que se iba pero tenía "un buen decano", rememoró García Delgado.

Al hombre "cuerdo y bueno", "de principios y de bien" se refirió la secretaria del Consejo General de la Abogacía de España, Victoria Ortega, quien se congratuló de ser "amiga" del homenajeado, a quien reconoció sus muchos años, 29 de ejercicio, "luchando en defensa de la profesión y los ciudadanos, en especial de aquellos que no pueden hacerlo" por falta de medios, siempre "siguiendo la estela de Barba Palao".

Pero quien verdaderamente se empleó a fondo en la descripción de Ignacio Esbec fue su amigo y compañero de despacho, Antonio Pastor, "28 años juntos sin una triste discusión", subrayó Esbec tras escuchar su panegírico. Al margen de los méritos que le atribuyó en la modernización y lanzamiento del Colegio de Abogados de Zamora, Pastor con gran ingenio y sentido del humor, arrancando las risas del ilustre auditorio -compuesto por autoridades, magistrados, fiscales, abogados y procuradores-, se remontó a su primer encuentro en Salamanca, en aquel año de 1976, cuando "huíamos de los veteranos", que buscaban a víctimas propicias de sus novatadas, y terminaron a resguardo "en un bar alejado del centro". Entonces, "no sabíamos que estábamos en el mismo colegio mayor y estudiando Derecho", ni podían imaginar que terminarían compartiendo habitación y que a partir de ahí "comenzaría a forjarse un "amor" que ha durado 36 años, solo vencido por su esposa, que ha ganado el juicio con costas". Las innumerables anécdotas, como las comidas con "las empanadas de Milagros, tu madre"; su integración en la tuna universitaria, cuando ya mostró su "madera de líder" al tratar de impulsarla; o los viajes "en la vespa" a la facultad, con otros dos amigos, sirvieron a Pastor de introducción para ensalzar a un Esbec que decidió, "desde el primer día, sin alternativa, ser abogado de calle en el más literal sentido de la palabra, con sus incertidumbres y ventajas".

El tercer abogado zamorano en recibir la Cruz se emocionó con la inesperada intervención de su hijo -ya compañero de despacho-, quien trasladó el orgullo de la familia por su trayectoria personal y profesional y dijo guardar "tus consejos y enseñanzas como oro en paño". Esbec, que recibió palabras de admiración del actual decano del Colegio de Abogados de Zamora, Norberto Martín Anero, terminó su alocución diciendo sentirse "querido y feliz". Y con un sonoro "¡soy abogado!".