Zamora comparte con muchas de las capitales del mundo, así como localidades de provincia, un rasgo en común, su extenso patrimonio artístico predominado por el Modernismo. En todos estos lugares, el Modernismo representa una parte importante del valor monumental que, paradójicamente, ha permanecido en muchos casos condenado al olvido hasta hace bien poco.

En la capital zamorana, la abrumadora representación del Románico, con 22 templos de ese estilo arquitectónico solo en la propia ciudad, ha eclipsado sin pretenderlo a muchos exponentes magníficos del Modernismo hasta que recibieron el espaldarazo institucional y social, con la creación y promoción de un recorrido que ahora forma parte importante de la Ruta Europea del Modernismo, con creciente aceptación entre los visitantes. "Hace solamente unos pocos años, nuestro inmenso patrimonio modernista era prácticamente desconocido, tanto dentro como fuera de la ciudad", asegura, en declaraciones a la agencia Ical, la alcaldesa de Zamora, Rosa Valdeón. "Hoy, los turistas llegan preguntando por las visitas guiadas y los zamoranos somos mucho más conscientes de que nuestra riqueza monumental no reside solo en el Románico", añade.

Como si respondiera al lema de ´Zamora. Desconocida. Perfecta´, el valor artístico y singular de la Zamora modernista se ha hecho un llamativo hueco en el interés del turista, que ya no siempre acude directamente a la Catedral o al Castillo, sino que se dirige con calma hacia el edificio del Banco Herrero, los edificios de la avenida de Portugal que miran hacia la plaza de La Marina o la plaza de Sagasta, donde se detiene a admirar los edificios de ese hermoso estilo arquitectónico que dejó su huella a principios del siglo XX en Zamora. "Los edificios modernistas otorgan una gran personalidad y vida a muchas calles de la ciudad y están perfectamente integrados en la austeridad y serenidad del Románico", precisa Valdeón.

El edificio de las Cariátides -probablemente, el más fotografiado de Zamora- y otras fachadas de la plaza de Sagasta, el bloque de viviendas de Pinilla -conocido como el antiguo edificio de Radio Zamora-, el edificio de viviendas Ufano (esquina del Mercado), el edifico Matilla (Bazar Canarias) y el de los antiguos laboratorios municipales en el Castillo, son algunos ejemplos "del volumen y la calidad" del Modernismo, cuya introducción en Zamora se atribuye comúnmente al arquitecto arquitecto barcelonés Francesc Ferriol, durante su etapa como arquitecto municipal en Zamora.

Ferriol introdujo en la capital zamorana un estilo "rompedor y de enorme creatividad para el momento", aunque también dejaron su impronta exponentes de la profesión como Gregorio Pérez Arribas y Antonio García Sánchez, entre otros.

Todo este legado construido en Zamora, sobre todo, durante el primer tercio del pasado siglo, se encuentra protegido y catalogado, en contraposición al desdén que recibió tanto por parte de las administraciones como de los propios habitantes de la capital zamorana. No obstante, la intervención del Consistorio, en colaboración las profesoras de Arquitectura Técnica de la Universidad de Salamanca, la historiadora del Arte Contemporáneo, la dominicana de ascendencia vizcaína María Teresa Paliza Monduate y Ascensión Rodríguez "se puso fin a ese agravio logrando que este patrimonio sea más conocido y valorado por los zamoranos", según apuntan fuentes municipales.

Red Europea del Modernismo

El 28 de marzo de 2009 se firmó la adhesión de Zamora a la Red Europea del Modernismo, con lo que la ciudad pasó a incorporarse al elenco de 60 integrantes de esa asociación cultural, dedicada a revalorizar y promocionar el patrimonio modernista.

Esa firma fue el espaldarazo que necesitaba el Modernismo zamorano para integrarse en el mapa europeo y mundial del estilo, ya que la inquietud generada en muchas otras ciudades, especialmente europeas, se extrapolaba con facilidad a Zamora y empezaron a aparecer grupos interesados específicamente en los edificios modernistas de la capital zamorana.

La asociación aglutina a 58 ciudades y 49 instituciones de todo el mundo comprometidas con la difusión, la gestión y la mejora del patrimonio modernista, incluyendo el establecimiento de rutas turísticas y la publicación de obras especializadas para intercambiar experiencias entre los miembros de la Red y para difundir los méritos patrimoniales de cada socio.

Símbolo de esplendor

La austeridad que rezuman las construcciones románicas simbolizaron al mismo tiempo el período de esplendor que la ciudad disfrutó en el siglo XII, aunque las siguientes centurias estuvieron marcadas por lo que los historiadores consideran "atonía". No obstante, en los últimos años del siglo XIX y, sobre todo, a principios del XX, Zamora experimentó una llamativa expansión, en buena parte debida al éxito de la industria harinera porque, ya entonces, el sector agroalimentario funcionaba bien en la zona.

La prosperidad económica y social llama siempre al arte, que deja un testimonio fehaciente de las bondades de la época, y el Modernismo fue reflejado por arquitectos con mucho talento, que diseñaron y firmaron edificios magníficos, entre los que figuran obras de arquitectura del hierro, neomedieval, ecléctica, regionalista y, por supuesto, modernista.

Entre todos esos arquitectos, solamente uno, Segundo Viloria, fue nacido en Zamora, ya que los que más influyeron en el aspecto de las calles zamoranas fueron el barcelonés Francesc Ferriol, el abulense Gregorio Pérez y el madrileño Antonio García.

Una veintena de edificios

El patrimonio modernista de Zamora está bien representado, entre otras construcciones, por 19 edificios, la mayoría, de principios del siglo pasado, que supusieron un gran impacto para los ciudadanos de entonces.

Las obras de Ferriol, íntimamente relacionadas con el Modernismo catalán, están marcadas por la verticalidad y la profusión ornamental de motivos vegetales en los antepechos de los huecos y en los montantes de las puertas y balcones, como puede verse en el denominado ´Jarama´, ubicado en la Puerta de la Feria y que data de 1912.

La Casa de Norberto Macho, de 1914, en la espectacular plaza de Sagasta; la Casa de Crisanto Aguiar, de 1908, en la plaza del Mercado; las Casas Matilla, de 1911 y ampliada en 1915, en la emblemática calle Santa Clara, y la Casa de Juan Gato, de 1912, en el cruce de las calles Nicasio Gallego y Ramón Álvarez, dan fe del auge del Modernismo que hoy buscan los turistas.

Además de la influencia catalana recogida por Ferriol, otras obras modernistas de Zamora presentan detalles secesionistas como péndulos y discos que se funden con otros más ortodoxos del estilo, como ocurre en las casas de Félix Galarza, de 1909 y de Francisco Antón Casaseca, de 1913, que pueden verse también en la céntrica calle Santa Clara, precisamente, la arteria que comunica buena parte del Modernismo con el casco antiguo de la ciudad, donde se levantan algunos de los edificios románicos más visitados.