"Son los restos del antiguo puente romano de la ciudad". La sentencia se ha convertido en mito al paso de los años. Y como tal, pura ficción. No hay dato o testimonio que permita aseverar que los fragmentos varados frente a las aceñas de Olivares arranquen en época romana, cuando la ciudad ni siquiera existía. Las obras que la Confederación Hidrográfica del Duero en la margen izquierda han desnudado de vegetación la zona, donde el nuevo paseo acerca las ruinas al ciudadano. Más de un año y medio después de que el pleno del Ayuntamiento aprobara una moción que reclama la declaración bien de interés cultural para los restos, ningún movimiento se percibe. Su protección y consolidación permitirían igualmente que los zamoranos conocieran la verdad de un puente románico erigido defectuosamente hacia el siglo XI, que tan solo una centuria más tarde se quebró y dio paso a la construcción del actual Puente de Piedra, en 1175.

El único testimonio gráfico que existe del Puente Viejo, tal y como indica el historiador Florián Ferrero, se remonta al siglo XIII, cuando coexistieron ambos viaductos: el antiguo, parcialmente venido abajo, y el nuevo, construido aguas arriba. Se trata de un sello de cera del concejo de Zamora que guarda el Archivo Catedralicio, "una belleza" a decir de Ferrero, quien añade que la ilustración refleja la existencia de una gran noria que abastecía de agua a la ciudad.

El profesor Miguel Ángel Mateos coincide en que se trata de la "única" ilustración de aquel puente, aunque "no quiere decir que se ajuste a la realidad". El sello refleja la impronta de una ciudad inexpugnable, fuertemente amurallada, junto a sus dos viaductos. Allá por el siglo XIII, cuando el más antiguo se había venido abajo, "aún se utilizaba con la ayuda de tablones", precisa Florián Ferrero.

Por su parte, Mateos se anima a ofrecer una fecha aproximada de construcción, el siglo XI. "Hasta entonces se cruzaba en barca y era necesario construir un puente", explica. El primero de la ciudad. Sin embargo, "debió de diseñarse mal, con una excesiva altura para un viaducto románico", aclara. El caso es que, por un defecto de ejecución en la cimentación, la falta de sólidos tajamares o incluso algún tipo de movimiento sísmico en aquella época, se vino abajo en tan solo un siglo.

Si sirvió de paso a la antigua Vía de la Plata es harina de otro costal, dado que algunos autores dudan incluso de que la calzada romana pasara por lo que hoy es Zamora. Pudo ser, también pudo no ser. Pero hay un dato interesante. "En el siglo XI, la ciudad estaba más orientada hacia Olivares y la Puerta del Obispo, junto a la que se encontraba la Catedral o el palacio de Arias Gonzalo", razona el historiador Miguel Ángel Mateos.

La construcción del Puente de Piedra marcó un hito para la ciudad, cuya orientación daba un pequeño giro. "Hoy podemos comprobar cómo los antiguos, durante el románico o el gótico, tenían un conocimiento perfecto del urbanismo. El Puente de Piedra está en el mejor sitio de la ciudad", reflexiona Mateos.

Lo cierto es que las noticias de la declaración BIC para el viaducto medieval no llegan, tampoco para los restos del Puente Viejo, que precisan de un trabajo de consolidación. Ni existe una señalización que desvele su verdadera identidad. No es romano, sino medieval. Y cada día que pasa, el agua erosiona un poco su verdadera historia.