Cuando se habla de la expulsión de los judíos en la España de 1492 aparece la instantánea de miles de hebreos con sus pertenencias a cuestas camino de los puertos marítimos para cumplir con una forzada emigración. En un país de unos siete millones de habitantes, la salida de medio millón de personas (los cálculos varían en función de investigaciones e historiadores) debió de producir todo un terremoto. Esa moneda tuvo otra cara: la de quienes abrazaron la fe cristiana para sobrevivir donde tenían su vida y sus casas. Tanto los judíos emigrados como los conversos habían formado un grupo social que la historiadora María Antonia Muriel Sastre reivindica porque "fueron un grupo injustamente tratados, los grandes perdedores".

La investigadora zamorana expone este fenómeno, el de la conversión, en la ponencia "Sobre tornadizos, conversos y cristianos nuevos en La Raya". Será la tarde del jueves (hotel NH-Palacio del Duero) en el congreso "Zamora y La Raya: herencias sefardíes compartidas" que hoy da comienzo en las localidades portuguesas de Vimioso y Carçao.

Reivindicar la figura de estos hombres y mujeres que "eran españoles al fin al cabo". "Perdieron toda su estima frente a los cristianos", asevera la ponente del congreso, quien se pregunta "cómo sería vivir representando aquel papel". Porque, entre los conversos, "solo una minoría se hicieron cristianos por convicción", explica María Antonia Muriel, quien se remite a las conversiones en masa practicadas en 1391 en Sevilla como el origen de este fenómeno.

Prácticas que han desembocado en denominaciones como cristianos nuevos, tornadizos, marranos o anusim que "se utilizan como sinónimos cuando no lo son". Muchos de ellos marcharon a Portugal con el decreto de expulsión de los Reyes Católicos de 1492, lo que hizo de Zamora primero puerta de salida, después de regreso cuando volvieron con las cartas de perdón. La historiadora acude a la cita que describe que "entraron 3.000 por Benavente, 30.000 por Zamora, 35.000 por Ciudad Rodrigo, 15.000 por Valencia de Alcántara (Cáceres) y 10.000 por Badajoz".

Entre ellos, muchos judíos anónimos y otros importantes personajes cuya identidad quedó reflejada en los documentos de la época. María Antonia Muriel ha recopilado la identidad de médicos, recaudadores, filósofos o gramáticos con nombre propio. Es el caso de Luis Núñez Coronel, "un rabino que se fue a Portugal en 1492 y regresó para convertirse. Fue recaudador mayor de las alcabalas de Zamora, retador de las rentas del monasterio de Moreruela y arrendador de las rentas reales de Carrión", precisa Muriel.

En esa nómina de notables estaría también Judá Corcos, hijo de Abraham Corcos, "personaje de prestigio" y procurador de la aljama de Zamora. Alonso de Zamora, protegido del Cardenal Cisneros, fue un importante pensador que trabajó en la Biblia políglota complutense. En resumidas cuentas, aquellos conversos procedían de campos como la "medicina, la enseñanza o las letras porque eran los más cultos en todas las ciudades".

La mayor parte de los conversos, relata Muriel Sastre, "mantuvieron su fe mosaica en secreto". Pese a todo, "la Corona los defendía como su propiedad; quienes tenían cierta relevancia económica eran tolerados, el problema recaía en el pueblo llano", explica. Con su participación en el congreso sefardí que llega a Zamora este jueves, María Antonia Muriel espera "reivindicar la Historia" frente al "desconocimiento" que existe en la sociedad. Un vacío que actividades como la que hoy comienzan en Portugal o la señalización de las juderías que mañana se estrena en la ciudad vienen a llenar.