"Todavía recuerdo a los escoltas de los por entonces príncipes, don Juan Carlos y doña Sofía, pidiéndole a mi madre que no dejara a mi hermano meterse en el agua tanto tiempo para que don Felipe no lo imitara y se pasaran las horas jugando dentro del mar". La razón estaba en que las aguas de Estoril eran muy frías, algo que a los niños no les incomoda en absoluto, y los empleados de seguridad debían hacer sus trabajo dentro del agua si a don Felipe se le antojaba ir con su amigo zamorano a jugar entre las olas.

José Regojo Velasco, nieto de José Regojo Rodríguez, el empresario textil de Fermoselle que cosechó un gran éxito dentro y fuera de las fronteras del país, rememora sus veranos portugueses en familia, pasándolos en la casa que tenían en Villa Giralda, en Estoril, ubicada junto a la vivienda de los Borbón.

"Nosotros éramos nueve hermanos y con mi madre nos poníamos en una esquina de la playa para no molestar, porque armábamos mucho jaleo tantos niños juntos. Allí también se instalaba doña Sofía con sus tres hijos, pero ellos por motivo de seguridad", explica Regojo Velasco, quien actualmente vive en Oporto. La cercanía hizo que año tras año los Borbón y los Regojo compartieran juegos en la playa, pero también en sus casas. "Era habitual que ellos o alguno de mis hermanos se pasaran las tardes en uno u otro chalet jugando", asegura. Una relación a la que ayudó que tres de los hijos de esta familia fueran de edades similares a las de don Felipe, doña Elena y doña Cristina.

De esta manera, hasta que el rey optó años más tarde por Palma de Mallorca para pasar sus vacaciones de verano, esta localidad portuguesa era su destino estival habitual.

La amistad entre las dos familias, la real y la natural de Fermoselle, se había trabado mucho antes, gracias a los contactos entre don Juan de Borbón y José Regojo Rodríguez. "Yo acompañaba a mi abuelo muchas veces cuando veraneaba en Estoril y comíamos en su casa. Eran muy amigos", subraya el empresario.

En el libro "La familia Regojo", una recopilación de Juan Ángel Regojo con el patrocinio de Fundación Ana Bacardi Regojo, se narran distintos encuentros entre estas dos personalidades. Aunque José Regojo Rodríguez huyó siempre de cualquier etiqueta política, su trayectoria le coloca más del lado conservador, aunque apreciara los aspectos sociales que reforzaban los partidos de izquierdas. Pero por encima de sus ideologías era un defensor a ultranza de la monarquía, por lo que contribuyó al sostenimiento de la Casa Real durante su exilio en Estoril.

"Era habitual que acudiera a cenar al Pazo cuando la familia real estaba de vacaciones en el yate y atracaban en Bayona", se apunta en el libro de la familia. De hecho, la madre de José Regojo Velasco, Teresa, trabó una muy buena amistad con doña Margarita. Desde la casa de sus padres, en Redondela, "en Navidad eran habituales los envíos de marisco como obsequio a la Casa Real".

Además, el propio don Juan recurrió a su amigo Regojo para un proyecto de calado social y económico que se planeó para la isla pontevedresa de Cortegada, cercana a Arosa. "Me encargó que gestionara un estudio que viniera a dar en su utilización para mejorar el nivel de vida de los habitantes de aquella zona. Deseaba una explotación de riqueza marina, ya que tenía conocimiento de que en Japón y América había escuelas y centros de investigación que lograban piezas magníficas de diversas especies", explica Regojo en el libro. Un proyecto que finalmente no salió adelante "por una campaña en los medios de comunicación indigna contra la persona de don Juan", lamenta.

Incluso se tiene constancia de una visita el 26 de marzo de 1969 que hicieron conjuntamente don Juan de Borbón y su hijo a Fermoselle. "Llegaron sobre las cinco de la tarde procedentes de Portugal, donde habían visitado centrales hidroeléctricas. El viaje era privado y fueron pocas las personas que presenciaron su paso por la villa", resume el libro de la familia.

Lejanos ya esos veranos infantiles en Estoril, José Regojo Velasco volvió a coincidir con don Juan Carlos, ya rey, en algunas pruebas náuticas. En una de ellas incluso recibió de manos del monarca un premio, en Bayona. "Tras la regata estuvimos hablando y al decirle mi apellido él en seguida se dio cuenta de a qué familia pertenecía. Y sin dudarlo me recordó que él se había puesto mucho las camisas hechas en la fábrica familiar cuando vivía en Estoril, se acordaba perfectamente", resume. "También me habló de la amistad que su padre, don Juan, tenía con mi abuelo. Él era precisamente quien les llevaba a Estoril las mencionadas camisas", añade.

Esos encuentros en las regatas han dejado un buen recuerdo del rey. Regojo Velasco asegura que es "tal y como se muestra", sin dobleces. "Es una persona muy abierta y campechana. Cuando estaba en el puerto, no tenía ningún problema en acercarse y hablar con todo el mundo, desde los que se encargaban de limpiar las embarcaciones hasta los camareros que servían en algunos de los bares que allí había. Se preocupa y conocía a todos. Y eso se parecía a su padre, es todo un Borbón", indica Regojo, para quien ahora arranca otra etapa, esta vez con Felipe VI, que considera que será tan óptima como la que deja atrás don Juan Carlos.