El joven historiador zamorano Eduardo Fernández no quiso perder la oportunidad de reclamar a las autoridades gaditanas en su intervención la colocación de una placa en recuerdo del diputado. «Un recordatorio en la puerta de la casa que ocupó durante su estancia constitucional en Cádiz, que no es más que un reconocimiento del que disfrutan otros diputados con menos peso en las cortes que el que tuviera el de Zamora», reclama.

Por todos los lugares donde se cocía la vida política se podría ver Nicasio Gallego», por tabernas, cafés y confiterías del momento, en las que los diputados se reunían de forma oficiosa. Allí entre humo de picadura, y al calor de los vinos de la tierra, se llegaron a formar interesantes tertulias, bautizadas por los propios gaditanos como "las cortes chicas". En ellas, participó abiertamente el diputado zamorano gran valedor de la idea liberal y gran orador», destaca el joven.

Eduardo Fernández narró en Cádiz la llegada de su paisano a la ciudad, «que en ese momento se encontraba en plena ebullición, llena de vida, con llegada constante de gente, mercancías y riquezas de ultramar, una ciudad que contaba con decenas de periódicos, y con más de cien imprentas», en definitiva, una ciudad comparable en cultura y riqueza a otras grandes urbes europeas. Allí Juan Nicasio Gallego tuvo mucho que decir y destacó por su mente abierta, más cercano a los liberales moderados que a los diputados absolutistas.

Toda una figura, que logró salir airoso en una época convulsa en la que defender los ideales podría volverse en contra en tan solo unos meses.

En su ciudad natal el polifacético personaje tiene una calle en su honor, en el lateral de la iglesia de San Juan, y que desemboca en la Plaza Mayor.

Zamora lo recuerda, pero también Cádiz, donde su pasión política lo llevó muy lejos.