La ensoñación del melancólico
Las naves de san Cipriano se tiñeron de azul para recibir el meditativo programa con el que José Miguel Moreno se integraba dentro de la estética del Festival
Elisa Rapado
El segundo de los conciertos programados por el Pórtico en su duodécima edición traía a Zamora a uno de los más reputados intérpretes internacionales de instrumentos de cuerda pulsada del Renacimiento y Barroco. Las naves de san Cipriano se tiñeron de azul para recibir el meditativo programa con el que José Miguel Moreno se integraba dentro de la estética del Festival, que en sucesivos conciertos se irá aproximando de la melancolía a la locura. Amigo de difundir los repertorios menos conocidos, el laudista abrió su recorrido con uno de los nombres más conocidos del barroco alemán para este instrumento: Sylvius Leopold Weiss. A solas con12 órdenes dobles y uno simple bajo sus dedos, el madrileño no salió a buscar a su público con sus generosas, plenas, redondeadas líneas melódicas. No, su comunicación partía de buscar la invisibilidad tras las músicas que compartía, intentando desaparecer ante los ojos del oyente y favoreciendo una escucha interior, excepto cuando decidía lanzar la última nota de cada pieza a la audiencia con una sonrisa . Si bien la propia naturaleza sonora de su instrumento era algo más generosa que la de la tiorba alemana con la que Hopkinson Smith peleó en el concierto que ofreció aquí en 2012, las mayores diferencias con el americano tuvieron lugar en la órbita expresiva, en los matices y sutilezas que realzaban el carácter de las sucesivas danzas de las suites. Entre ellas destacaron con especial intensidad las chaconas, esos universos cerrados en los que la obstinación de un bajo repetido gira inexorable, mientras la flexibilidad y libertad del canto avanza sin cesar y no parece sometido a la tiranía de unas cuerdas, pues flota inmaterial sobre ellas. Sólo algún quejido ocasional del instrumento nos recuerda su materialidad. La emoción de la línea no dejó de reinar incluso en los pasajes virtuosísticos más comprometidos y las texturas más llenas. En sus explicaciones sencillas y cordiales, Moreno presentó su instrumento, así como las trayectorias de los compositores menos conocidos que interpretó, ya fuese para ilustrar el programa previsto o los numerosos bises que reclamó un público conmovido y entusiasmado.
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