El hijo del expresidente Adolfo Suárez, invocó las Leyes de Toro para pedir al rey don Juan Carlos, en una carta remitida en 2009, que interviniera para que el Ducado conseguido por su padre pase a sus manos y no a las de su sobrina Alejandra Romero, heredera legítima de tal distinción. En concreto, Adolfo Suárez Illana dice que de no haber estado su padre impedido por el alzheimer, habría bastado con que el rey le hubiera concedido la facultad de nombrar al primer sucesor, un privilegio incluido por los Reyes Católicos en una de sus leyes de Toro de 1505, (concretamente en la 44), para lograr el objetivo de hacerse con el título.

El diario Público desvelaba ayer las claves para entender toda la historia que acabó en la solicitud formal de Adolfo Suárez Illana al rey el 20 de octubre de 2009 para que le proclamara sucesor del Ducado de Suárez con Grandeza de España, un título que a la muerte del expresidente del Gobierno debe pasar a su sobrina Alejandra Romero, primogénita de la hija mayor de Suárez, María Amparo, fallecida de cáncer en 2004.

El título de duque fue otorgado por el rey a Suárez el 25 de febrero de 1981, relata Público, para premiar su «abnegación, tacto y prudencia, al servicio de la reconciliación de todos los españoles» en su etapa como presidente del Gobierno. El título era perpetuo «para sí, sus hijos y sucesores legítimos por el orden regular de sucesión». En ese momento la sucesión recaía en Suárez Illana, primogénito varón. Sin embargo, la ley 33/2006 de 30 de octubre sobre igualdad del hombre y la mujer en el orden de sucesión de títulos nobiliarios trastocó las aspiraciones del exnovillero y expolítico, que vio cómo el orden sucesorio cambiaba en favor de su hermana Mariam, que era la mayor, y una vez fallecida, en la hija de ésta, Alejandra.

En su escrito dirigido al rey al que ha tenido acceso Público, Suárez Illana basa su petición de «arrebatar» el título a su sobrina en la «bien conocida» creencia de su padre de que él sería el nuevo duque, y que al llamarse Adolfo también su hijo, se garantizaría «la conservación de nombre y apellido, que es la denominación de la merced, durante varias generaciones». Incluso dice que, «de estar en condiciones para hacerlo», sería el propio expresidente del Gobierno el que lo hubiera pidiera directamente al rey.

Suárez Illana argumenta que la enfermedad de su padre le ha impedido conocer la modificación legal que le deja sin título pero que su voluntad de que él poseyera el ducado era conocida por su círculo más íntimo. «Me atrevo a afirmar que también era conocida por V.M. (vuestra majestad), ya que tengo entendido le fue manifestada esa voluntad suya en múltiples ocasiones por el propio Don Adolfo Suárez González», dice la carta. Para demostrarlo, Suárez Illana aporta declaraciones notariales de cinco personas: Jaime Lamo de Espinosa, exministro de Agricultura con la UCD (décimo tercer marqués de Mirasol y barón de Frignani y Frignestani); Inocencio Hernández Amorez, ayudante personal del expresidente; María Isabel Gómez-Acebo, marquesa de Cortina; José Fernando de Almansa, ex jefe de la propia Casa del rey; y Francisco Javier Suárez Illana, su hermano pequeño.

Todos dieron testimonio ante notario de la voluntad inequívoca de Suárez de transmitir en ducado a su hijo homónimo. La declaración jurada de María Isabel Gómez Acebo, a la que ha tenido también acceso Público, da cuenta de las innumerables charlas que tuvo con Suárez y con su mujer Amparo Illana en comidas, cenas, excursiones «y muy especialmente, durante los largos partidos de golf que solíamos disputar juntos», encuentros en los que Adolfo expresó la ilusión por que su hijo y su nieto del mismo nombre heredaran la distinción. «Estoy íntima y absolutamente convencida de que Don Adolfo Suárez, de poder hacerlo y en las circunstancias actuales, se dirigiría personalmente al rey para solicitarle la adopción de las medidas oportunas para que le sucediese, en su día, en el título nobiliario, su hijo don Adolfo Suárez Illana y sus descendientes».

Suárez Illana ha declarado que «el Ducado me importa entre poco y nada», pero lo cierto es que, según Público, la carta al rey existe y en ella utiliza una batería jurisprudencial para defender la posibilidad de alterar el orden sucesorio. Menciona sentencias del Tribunal Supremo de los años 1873, 1892, 1896 y 1908, o la real Pragmática de Carlos IV, que es la Biblia de los nobles.

De no haber estado Suárez impedido por el alzheimer, habría bastado, según recuerda su vástago, con que el rey le hubiera concedido la facultad de nombrar al primer sucesor, un privilegio incluido por los Reyes Católicos en una de sus leyes de Toro de 1505, en la número 44 para ser exactos.