Llenan de forma espectacular la sala III dedicada a la romanización, evocando las mansiones residenciales de las villas del Bajo Imperio. Se trata de dos de los trece mosaicos excavados en la villa de Requejo, en Santa Cristina de la Polvorosa, que el Museo de Zamora ha elegido como nueva «pieza del mes», denominación que atribuyen desde el centro a aquella obra o piezas que remarcan en las visitas guiadas. La elección de estos elementos obedece a que el centro artístico presenta la exposición «El último viaje. Los ajuares funerarios de la Olmeda» en su sala de exposiciones temporales.

La villa es una casa de campo que en la época romana tuvo distintas funciones. En un primer momento, en período Republicano y Alto Imperio, después de Cristo, suponían lugares de recreo. En época Bajo Imperial y, sobre todo, vinculado con la crisis del siglo III, marcada por procesos de devaluación de la moneda y problemas sociales, la ciudad empieza a perder su potencial económico y la vida comienza a girar alrededor de la agricultura, de tal manera que las villas pasan a ser lugares de recreo y también centros de explotación agraria, explican desde el departamento de didáctica del Museo de Zamora.

La estructura de estas construcciones era «bastante similar», puntualizan desde el centro al tiempo que extienden ante el visitante un plano de la villa de Olmeda para explicar visualmente las distintas zonas de las edificaciones. «La construcción giraba en torno a un patio central, rodeado de columnas, llamado peristilo. Alrededor de este patio distribuían todas las habitaciones, desde los cubiculum, los dormitorios que no solían estar muy decorados porque eran estancias para pasar la noche; el oecus, el salón principal donde el propietario de la villa recibía a sus invitados y donde se celebraban las reuniones sociales, por lo que siempre el mosaico más importante era el de esta sala», subrayan. Otras dependencias relevantes correspondían al «tricilium, el comedor y donde se ubicaban los famosos divanes, o las termas, la zona de baño que normalmente se encontraban alejada de las dependencias centrales». Esta última área «era muy importante porque además de zonas de aseo y de baño eran centros de reuniones sociales. Muchos negocios que hacían los propietarios se efectuaban en las termas que además de los baños con agua caliente, fría y templada, acogían las letrinas, el apoditerium, donde se cambiaban de ropa, e incluso a veces tenían una dependencia para hacer ejercicio», describen desde el Provincial.

Las villas existentes «en la zona de la Meseta son del Bajo Imperio, del siglo IV hasta el VI, y es la época donde manifiestan su riqueza frente a la depauperización que viven las urbes», remarca la directora del Museo de Zamora, Rosario García Rozas que recuerda que la de Requejo se descubrió por «una crecida del río Órbigo lo que obligó a la realización de una excavación de urgencia», de 1979 a 1982, y algunos teselados fueron extraídos y consolidados, como es el caso de los dos ejemplos que exhibe el Museo en su sala principal.

El mosaico es «la decoración de pavimento formado por teselas, unas piedrecitas pequeñas normalmente cuadradas en distintos colores, que integran todo tipo de adornos», describen desde el departamento de didáctica en la visita guiada. En el recorrido la profesional alude a que en el caso de los provenientes de Requejo, parte del más extenso se exhibe en la pared del Museo y correspondía a la habitación principal, al oecus. En él se observan «ecos africanos y orientales que se reconocen en sus abigarrados diseños geométricos, en sintonía con las tradiciones ornamentales dominantes en el ámbito mediterráneo en los momentos finales del Imperio», con teselas en blanco y negro realizadas en piedra caliza o areniscas, mientras que las rojas están hechas en barro o cerámica. «Este mosaico tiene un motivo central con las cráteras, con un motivo figurado que no se conserva salvo la boca de una. Es totalmente geométrico como una especie de laberinto», describe la directora del centro, Rosario García Rozas. La responsable de Museo de Zamora señala que el teselado ubicado en sentido horizontal, que estaba en el peristilo de la villa de Requejo y que presenta entre, otros motivos, cruces gamadas y ajedrezados, «tienes fallos y piezas mal ubicadas lo que induce a pensar que lo efectuó un aprendiz».

Al lado de los mosaicos se exhiben en un panel distintos fragmentos de unas pinturas que se localizaron en la zona de termas con decoración de peces sobre un fondo marino. Pese a existir solo algunas porciones del conjunto se ha intentado recrear su distribución para que el visitante puede tener una idea de cómo eran. «Al parecer, la técnica pictórica usada combinó el fresco, para fondos y superficies amplias, y el temple, para detalles anatómicos y contornos de figuras, cuya gama cromática revela un marcado antinaturalismo, delfines azules o amarillentos con aletas rojas; o colores azul celeste, rojo o rosa para detalles u otras especies, entre las que se reconocen almejas, salmonetes y un jurel, sobre fondo negro o azul », describen desde el Museo.

La «pieza del mes» puede conocerse en visitas guiadas gratuitas de martes a viernes a las 13.00 horas y los fines de semana dentro de los recorridos generales al centro, denominados «Venquetecuente», los sábados a las 17.30 horas y los domingos a las 12.30 horas.