Con la muerte de Manuel de las Casas, acaecida en Madrid a los 73 años, se va otra de las figuras de referencia en la nueva arquitectura de Zamora, aquella que ha asumido el reto de aunar la vanguardia con la preexistencia de estructuras monumentales. Su adiós se produce a escasos días del segundo aniversario del fallecimiento de Luis Moreno Mansilla, otro de los pioneros con su actuación en el Museo de Zamora, con un nuevo edificio que tenía el reto de integrarse en el Palacio del Cordón.

La intervención de Manuel de las Casas, Premio Nacional de Arquitectura en el año 1999, fue aún más temprana y se producía en un contexto igualmente deteriorado pero de una presencia majestuosa: El convento de san Francisco extra pontem, de cuyo esplendor existían muestras tan valiosas como la capilla de los Escalante, recuperada para los nuevos usos que tendría como sede del instituto hispanoluso.

El propio Manuel de las Casas, que trabajó en esta obra con Blanca Lleó y Leandro Iglesias, definía así su intervención: «La propuesta para la creación de la Fundación Rei Afonso Henriques en este conjunto de restos góticos es sencilla, potenciar esa misteriosa belleza de lo incompleto que hace evocar tiempos pasados desde la indudable capacidad plástica de la ruina, y articular, con leves volumetrías, una secuencia de espacios que den respuesta a un programa. Esta idea, junto a la huella de lo que fue el conjunto conventual, las privilegiadas vistas sobre el río y la ciudad de Zamora conducen a la solución adoptada: un edificio en forma de "L", que delimita el antiguo vacío de la iglesia, y que divide el espacio en dos: un jardín de carácter público, que antes estuvo ocupado por tres naves de la iglesia, y otro que ocupa la posición del primer claustro del antiguo conjunto conventual».

Y ese diálogo, que no siempre fue alabado por todos, fue el resultado con el que nacía una nueva época para una ciudad a la que tanto le gusta presumir de arquitectura de tiempos pasados. No fue su única vinculación zamorana, puesto que fue discípulo de otro grande de la arquitectura española, Alejandro de la Sota, que dejó igualmente su impronta en la capital con el edificio de viviendas de Santa Clara conocido por haber servido de sede a los desaparecidos Almacenes Olmedo. Ni tampoco la Fundación Afonso Henriques la única vez que se involucró en proyectos destinados a la renovación urbanística de la capital. Como subdirector general de Arquitectura y Vivienda, cargo que ocupó con el gobierno socialista de Felipe González, encabezó la propuesta del arquitecto José María Aparicio que buscaba recuperar el cuarto flanco de soportales de la Plaza Mayor. El proyecto, corría el año de 1984, contaba con las bendiciones del Colegio de Arquitectos de Zamora. La iniciativa, sin embargo, fue desechada.

Además, fue un personaje clave en la campaña de rehabilitación de los teatros públicos desarrollada a mediados de los años 80. Como director general de Arquitectura promovió el plan de rehabilitación de teatros entre los Ministerios de Obras Públicas y Urbanismo y el de Cultura, del que se beneficiaron el Principal, el teatro de Benavente y el Latorre de Toro.

Tendrían que transcurrir diez años para que De las Casas dejara su impronta en la ciudad zamorana, una huella que le sobrevivirá, junto con los restos góticos del convento franciscano, y que contribuirá a elevarlo como uno de los profesionales más destacados de España del último siglo.