Poco a poco, el círculo se cierra. El anticuario zamorano Ignacio Martínez y su supuesto colaborador, el arquitecto García-Guereta, pudieron tomar como modelo las galerías románicas del monasterio oscense de San Juan de la Peña para construir un nuevo claustro que viajó de Salamanca a Madrid en los años treinta, y de allí a Palamós, dos décadas después. El profesor José Miguel Merino de Cáceres, experto en arquitectura medieval, aporta dos argumentos para sostener esta nueva vía que explicaría algunos de los enigmas que envuelven al célebre conjunto. El primero, la «amistad» de García-Guereta con el diseñador que restauró el claustro aragonés a finales del siglo XIX, Ricardo Magdalena. El segundo, el parecido «morfológico» entre ambas construcciones «es evidente». Hay un tercer dato: la familia de fotógrafos que a principios del XX realizó un exhaustivo reportaje del conjunto de Palamós para el zamorano Martínez, realizó otros dos trabajos similares. Uno en Silos. El otro, en San Juan de la Peña.

El nuevo argumento de Merino de Cáceres -principal deudor de la supuesta falsedad del claustro de Palamós- no contradice la autenticidad de algunas piezas de las galerías, tal y como justifican los arqueólogos tras una serie de pruebas científicas realizadas en Palamós por orden de la Generalitat catalana. Sí pone en cuestión, no obstante, que el claustro al completo sea el conjunto románico desmontado a finales del siglo XVIII en la Catedral Vieja de Salamanca, teoría en la que trabaja el profesor leonés Gerardo Boto.

Aunque el monasterio de San Juan de la Peña -ubicado en la localidad oscense de Santa Cruz de la Serós- ya surgió en el debate generado por el redescubrimiento del claustro en Palamós hace casi un año y medio, ninguna propuesta concreta hasta la fecha vinculaba ambos conjuntos. «Ricardo García-Guereta fue discípulo de Ricardo Magdalena, restaurador del claustro de San Juan de la Peña (1899-1902)», esgrime Merino de Cáceres. «García-Guereta copió ese modelo en Salamanca, era la única persona en aquel momento capaz de diseñar un claustro». El arquitecto segoviano justifica así la participación de García-Guereta en la operación urdida en los años treinta, que tenía como objetivo comercializar el conjunto pétreo en plena fiebre americana por el patrimonio medieval europeo, el español en particular.

En efecto, las fechas encajan. Ricardo Magdalena (1849-1910) trabajó la mayor parte de su vida en Aragón, sobre todo en Zaragoza, aunque también viajó a Madrid para realizar algún encargo. Por su parte, el ferrolano García-Guereta (1861-1936) tenía su residencia en Madrid, aunque trabajó en diversos lugares del país. También en Aragón, dado que dirigió la restauración de la torre mudéjar de San Martín en Teruel. ¿Conocía García-Guereta al zamorano Ignacio Martínez, promotor del claustro de Palamós? Es ya sabido que ambos eran personajes preeminentes a principios del siglo XX y vivían en el mismo barrio, Ciudad Lineal, separados sus domicilios por apenas un kilómetro.

Sin duda, llama la atención el parecido de los dos claustros, el original de San Juan de la Peña y el supuestamente «copiado» de Palamós. Para Merino de Cáceres es «evidente» que «hay un parecido muy claro en la forma de los arcos y la morfología del conjunto». Y va más allá: «Hasta las pequeñas columnillas que unen los arcos con los cimacios (la parte superior de los capiteles) son idénticas».

Por otro lado, el profesor segoviano de arquitectura -que acaba de publicar un libro sobre el expolio del arte medieval español- cree que la vía en la que trabaja Gerardo Boto -redescubridor del claustro en Palamós- es «imposible». «Los restos del claustro románico de la Catedral Vieja de Salamanca no pudieron estar allí dos siglos, tenían un volumen excesivo, 5.000 metros cúbicos», añade.

Una coincidencia más. En los años treinta, el zamorano Ignacio Martínez contrató al fotógrafo Vicente Moreno para realizar un pormenorizado trabajo del claustro, detalle a detalle, capitel a capitel. En la colección de fotografías de la familia Moreno -compuesta por trabajos realizados por Vicente y su padre Mariano- hay otros dos reportajes con las mismas características: uno sobre el monasterio de Santo Domingo de Silos (Burgos) y el otro, sobre San Juan de la Peña, en Huesca.