Una nueva oleada de robos y actos vandálicos en el cementerio San Atilano de la capital ha arrasado casi una treintena de sepulturas y panteones. Los autores del destrozo han sustraído objetos de metal, bronce y cobre para la supuesta reventa o despiece de los utensilios, según las pesquisas iniciales. Entre ellos, jarrones, tubos, placas con grabados, manillas labradas y hasta una escultura elaborada en bronce por el artista Ignacio Parrilla valorada en unos 3.000 euros, según los cálculos del propio autor. Se trata de la figura de un ángel «sentado, con las alas desplegadas y cantando, de unos 80 centímetros de altura», detalla el artista con el objeto de que «si se da lugar alguna venta ilegal, la gente sepa que se trata de una pieza robada». En el caso de esta sepultura, los autores «han tenido que subir hasta tres metros y medio de altura, está cortado con radial o a base de mover la pieza porque tenía unos vástagos y permanecía intercalada en una columna de granito, así que lo tenían todo muy estudiado», explica Parrilla.

Los hechos coincidieron en plena antesala de las Ferias y Fiestas de San Pedro, coincidiendo con la celebración de un festival de música en el auditorio municipal anejo al estadio deportivo Ruta de la Plata, en las proximidades del cementerio. Esta circunstancia lleva a algunos afectados a relacionar unos hechos con otros, aunque las investigaciones policiales siguen adelante para intentar dilucidar los hechos ocurridos y capturar a los autores.

Desde el negociado del cementerio municipal, los trabajadores informaron a los propietarios de los panteones afectados por los destrozos para que presentaran la correspondiente denuncia, tal y como ha hecho ya la mayoría. Las tumbas han sido precintadas por la Policía, que investiga ahora quién o quiénes han estado detrás del incidente.

Los robos y hurtos en el camposanto zamorano no son ninguna novedad. Se producen de manera habitual en el cementerio, con robos casi semanales de jarrones, flores, jardineras y escobillas, según confirman tanto usuarios como trabajadores del camposanto. Años atrás, eran también frecuentes las denuncias por el robo de bolsos o carteras a los familiares que acudían a rezar a sus fallecidos. Se trataba de carteristas expertos similares a los que durante una temporada también actuaban en comercios y mercadillos.