Hace un año, en julio de 2012, entraba en vigor el Real Decreto Ley que transformaba el sistema nacional de recetas de la Seguridad Social. Con esta medida, el Gobierno pretendía frenar el exceso de consumo de medicamentos para reducir el endeudamiento del sistema nacional de salud. Doce meses después, y tras las primeras confusiones creadas por una medida rodeada de polémica, farmacéuticos y clientes han terminado por adaptarse al nuevo modelo de aportación.

«Si a cambio de abonar ocho o diez euros al mes, a los usuarios les dan la seguridad de que el sistema sanitario va a continuar funcionando sin problemas, a nadie le molestaría tener que pagar. Por eso hay cierta conformidad por parte de los zamoranos, que hemos asumido la medida como la única vía para poder seguir obteniendo las recetas». Así resumía la farmacéutica Yolanda Vara el sentir generalizado de la mayoría de sus clientes tras un año de convivencia con el copago.

En Zamora, la pirámide poblacional está invertida, y la mayoría de los compradores de fármacos son gente de avanzada edad. Para el farmacéutico Ruperto Prieto, esa es la clave por la que en las farmacias de los barrios más envejecidos se ha notado menos la bajada del consumo, «ya que estos pacientes no pueden suspender su tratamiento y siguen pagando las medicinas aunque el coste de las recetas se haya incrementado». Pero lo cierto es que el gasto por paciente en la provincia se ha visto reducido en un 15,82% durante el último año, según los datos estadísticos de la Junta de Castilla y León. «No es que no quieran pagar, pero sí que nos preguntan si existen alternativas más económicas para su tratamiento», sentencia Vara.

Sin embargo, los farmacéuticos evidencian que gran parte de la población activa de la provincia ha reducido su consumo. «Quizás los médicos recetan menos y la gente solo pide lo que le hace falta en lugar de acumular medicamentos en casa», reflexionaba Prieto.

Uno de los aspectos más polémicos para los pacientes es tener que abonar el precio íntegro de sus recetas en el momento de la compra y esperar al final del trimestre para recibir la devolución. «Cobro 400 euros al mes -señalaba una usuaria a la puerta de una farmacia- y por poco que tenga que pagar, me supone un gran esfuerzo y no puedo permitirme esperar a recibir el reintegro». La solución, según los farmacéuticos, es la receta electrónica, una mejora que requiere de una importante inversión debido a la dificultad de llevar la tecnología a todas las poblaciones de la provincia.