-¿Es habitual el fin funerario en un claustro?

-Claro. Cuando los cabildos catedralicios dejan de hacer vida común, la estructura del claustro acaba sirviendo para las reuniones administrativas del propio cabildo en la sala capitular, un uso litúrgico para las procesiones de todos los días y, por último, una función funeraria. Es un cementerio urbano de prestigio con sepulcros y capillas muy singulares.

-El incendio del claustro en 1591 y la construcción del nuevo, ¿acabaron con ese uso?

-Totalmente. El nuevo, clasicista, se ordena para enterramientos en el suelo, se abandonan los muros perimetrales, y, sobre todo, para ceremonias procesionales. Ocurre también en Santiago de Compostela y en Lugo.

-Si el claustro era un espacio funerario y en el interior de la Catedral también había tumbas, ¿cuál era la diferencia entre ambos espacios?

-Generalmente, la diferencia es que era más costoso y difícil enterrarse en el interior de la Catedral, una decisión que dependía de una reunión del cabildo, con un completo baremo de precios para la inhumación. Cuanto más cerca del altar, más caro. A mayor distancia de los lugares más queridos, más barato.

-Y sin embargo, la gran capilla del Cardenal, está a los pies, muy lejos del altar?

-En la capilla del Cardenal se entierra al cardenal y es su fundación privada la que cobra prestigio por la propia dignidad del cargo.

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-¿Cómo se explica que ya a finales del siglo XVI la zona de la Catedral fuese un espacio aislado?

-Ocurre en muchas otras ciudades, con una ciudad entre la zona de mercado y la Catedral, una situación que en Zamora no se soluciona. En Segovia, con un caso similar, diversas voces comienzan a plantear que la Catedral no está en un buen sitio. La solución llegó con la guerra de las comunidades. Las tropas de Carlos V bombardean la catedral románica porque los comuneros se habían encastillado allí, las bóvedas se vienen abajo y el cabildo segoviano pide al emperador cambiar el templo de sitio y la ubican al lado del mercado.

-Es decir, que la preocupación contemporánea por el aislamiento del casco histórico, ¿es un problema de siglos y no de ahora?

-Ha sido así siempre, puede ser la personalidad de la propia ciudad. En Tarazona, por ejemplo, la Catedral estaba extramuros, al otro lado del río.

-Usted ha estudiado a fondo el que usted llama «grupo zamorano» de cimborrios, ¿por qué esa estructura para coronar la Catedral del siglo XII?

-A veces no debemos plantearnos tanto el porqué. Ocurrió aquí, ya está. Un colega se ha preguntado porque se experimenta en francia una determinada innovación constructiva que encuentra su demostración suprema en la península, concretamente en el caso de la girola de la Catedral de Toledo, a kilómetros de la Île de France. Ocurre lo mismo en el Pórtico de la Gloria de Santiago, ejemplo de la escultura borgoñona más espectacular del momento, muy lejos de la propia Borgoña francesa. Las explicaciones son múltiples para hacer atractiva nuestra hipótesis, pero no tenemos pruebas. En Zamora, no sabemos si el cabildo o el propio obispo decide meter en el proyecto de una catedral románica «una barbaridad» que se coloca en el tramo del crucero. Posiblemente, en el afán de que «nuestra casa sea la más bonita».

-Es decir que hay un «maestro» que decide rematar este espacio capital con una cúpula?

-La llamamos cúpula, pero no lo es. Es una bóveda de nervios enorme y fabulosa. En el caso de Zamora es una fascinante experimentación del primer gótico, es cierto, en un periodo híbrido de estilos. El cimborrio anuncia la llegada del gótico desde Francia.

-¿Se puede defender igual una estructura románica que una experimentación gótica?

-Con el mismo que sienten en otros lugar de Europa donde existen estas primeras experimentaciones góticas. En Zamora tenemos una bóveda de tramo de crucero con unos plementos ahusados (en forma de huso) separados por nervios, clara muestra de las soluciones que se van empleando en el periodo de 1200 que aportan novedades que vienen de fuera. Somos un territorio de colonización cultural, el románico y el gótico son franceses y el renacimiento que nos llega es italiano.

-Cuando habla de esa bóveda de nervios, nos imaginamos el cimborrio desde dentro, ¿qué hay del exterior?

-Desde fuera, el problema que tuvo es el supuesto orientalismo que procede de las corrientes deterministas de finales del siglo XIX, nosotros somos hijos de la historiografía que nos ha precedido. Cuando aquí Ricardo Velázquez Bosco que tratan la Catedral y dicen que «es muy bizantina, muy islámica», en realidad lo que hacen es plantear una serie de características que se querían aportar a la arquitectura española frente a la francesa, la inglesa o la alemana. ¿Cuál es la definición de lo español, sobre todo, frente a lo francés? Lo oriental. En Zamora, Velázquez Bosco publica sus primeros artículos sobre el cimborrio cuando el exterior todavía está cubierto por yesos, antes de que Menéndez Pidal los quitara. La imagen era más a la oriental. Un cimborrio no es oriental por definición, en la arquitectura hispanovisigoda ya existían estas estructuras.

-Sus razonamientos «destrozan» todos los tópicos que circulan entre los zamoranos cuando aluden a la Catedral?

-Destrozarlos no, pero sí cuestionarlos para que la gente se plantee otra posibilidad. Lo que no podemos hacer es seguir pensando en el siglo XXI que el cimborrio de la Catedral es oriental porque a Velázquez Bosco le interesara destacar que la arquitectura española frente a la francesa tenía elementos orientales.

-Por lo tanto, no tenemos una cúpula sino un cimborrio?

-Exacto, un cimborrio cubierto por una bóveda de nervios, es un ábside duplicado. Cuando en un libro de 1902 se habla en un párrafo precioso de los entornos zamoranos explican que «para saber cómo eran los antiguos cimborrios de Poitiers y Aquitania tenemos Zamora». Mientras, desde la península se dice que lo nuestro «es bizantino». Lo bizantino está construido en ladrillo o en yeso, lo de aquí, en sillar.

-Las «cúpulas del Duero»?

-Debemos reivindicar a Leopoldo Torres Balbás. En 1921 publica un artículo sobre los cimborrios donde no solo cuestiona esta supuesta influencia oriental y además dice que el de Zamora, por sus dimensiones, debió tener un proceso constructivo autosustentante, sin cimbras. Unas cimbras de esas dimensiones hubieran costado más y acabado con todos los bosques de la zona. El cimborrio fue creciendo como la cúpula de Florencia, pero sin doble casco. Es una obra maestra que se va «deshaciendo», «popularizándose» en Salamanca, Toro y Plasencia.

-Por lo tanto, ¿qué le diría a los zamoranos sobre la obra que disfrutan cada día?

-Los zamoranos tienen una obra maestra fruto de las experiencias arquitectónicas de las primeras experimentaciones con bóvedas de nervios con una serie de singularidades.

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