Sanas, fáciles, ricas y de toda la vida. Así son las recetas que durante esta semana aprenderán los más de treinta participantes en el taller de cocina tradicional organizado por la agrupación La Morana, que este año llega a su quinta edición sin perder la esencia con la que nació. «Lo que queremos es recuperar ingredientes y enseñar recetas sencillas que den un buen resultado, sin que los alumnos tengan que rebuscar alimentos extraños», explica el presidente de la asociación cultural, Francisco Iglesias.

Satisfecho con la «excelente acogida» que tiene cada año este curso, Iglesias reconoce que en esta ocasión «se ha tenido que ampliar el cupo de participantes, porque hemos recibido llamadas hasta el último día». Este año, las protagonistas de estas jornadas son las sopas tradicionales. Bajo el título «Las sopas de la abuela» y con el patrocinio del Consejo Local de la Juventud de Zamora, los alumnos aprenderán a hacer desde la sopa de pastores de la localidad vallisoletana de Tiedra o de Fermoselle hasta el caldo sanabrés de Villarino, pasando por la sopa de sartén de Aspariegos. El toque dulce se descubrirá el último día del curso con la sopa de almendra, una tradicional receta navideña que se elabora con este fruto seco y que todavía toma protagonismo en muchas casas de los pueblos para celebrar fechas tan señaladas como Nochebuena y Navidad.

En esta edición, a los cocineros aficionados «con una gran desenvoltura para motivar a la gente con sus explicaciones» se unirán auténticos profesionales de los fogones venidos de restaurantes como España de Fermoselle o Mauro de la capital. El grupo de profesores está compuesto por Mercedes Pérez Álvarez, Javier Lozano Suárez, Mar Marcos González, Nieves Bratos Rodríguez y Ana García Revuelta.

Además de las ganas por aprender, los alumnos, muchos de ellos habituales en este tipo de cursos organizados por La Morana, solo deben llevar a las clases su propio mandil de cocina, ya que allí les facilitan una libreta y bolígrafo para apuntar las recetas, los trucos y las dudas que surgen durante las clases, que se convierten en auténticos «coloquios y foros gastronómicos», según explica el presidente de la asociación. «La gente está muy contenta con este tipo de propuestas que ofrecemos, pero nosotros mucho más con su respuesta», reconoce.

Como recompensa, los alumnos probarán cada día las sopas que se cocinen durante la clase, unas recetas que luego podrán repetir en casa para satisfacción de sus familias.