Un grupo de alumnos con actitud expectante miran de soslayo la puerta desde la que los van a mandar pasar a una sala del instituto, pero esta vez los «nervios» no tienen que ver con examen, sino con algo más profundo: la solidaridad.

Un total de 30 estudiantes del Claudio Moyano se decidieron ayer a dejar los temores a un lado y tomaron la decisión de convertirse en donantes sangre.

Para la mayoría de los solidarios participantes era la primera vez que se enfrentaban a las agujas y al tiempo de espera hasta que la bolsa se va llenando del preciado líquido que devuelve la vida a muchas personas. «Si ya te has hecho análisis en ocasiones anteriores no asusta tanto, yo estoy bastante tranquila, aunque la verdad es que sí impone un poco», comenta desde la sala de espera la alumna Olga Pardal, del ciclo de Gestión Comercial. Ayer era la primera vez que la estudiante donaba sangre, y su convicción para hacerlo era más que firme. «Yo fui receptora hace cuatro años y creo que ya era el momento de devolver a la sociedad lo que me ofreció en su día», explica Pardal, que también ha visto cómo gente de su familia ha mejorado en tratamientos sanitarios gracias a la posibilidad de contar con sangre procedente de donaciones.

En su opinión, aunque la sala de espera contaba con no menos de cinco alumnos, «tendrían que venir más, todos, porque es por una muy buena causa

Raúl Galán es otro de los «valientes» que aprovechó la jornada para, por primera vez en su vida, estirar su brazo para ayudar a los que por determinadas causas necesitan una transfusión de sangre.

Como él, otros dos compañeros de clase acudieron a donar, porque consideraron que «era una buena oportunidad para ayudar, y además aquí mismo en el instituto», explica el joven de 2.º de Bachillerato.

En contra de los estereotipos, los estudiantes han respondido a la llamada de la Hermandad de Donantes de Sangre, convencidos de la necesidad social, «siempre hay una mayoría de jóvenes que se comprometen con estas causas», se pronuncia el estudiante.

De forma previa a las donaciones, personal de la Hermandad de Zamora pasó por las clases para explicar los requisitos para ser donante y para concienciar a los más jóvenes de que «la sangre no se puede fabricar, solo se puede conseguir si previamente alguien la ha donado», les comentó Agustina Alonso, secretaria del colectivo. «Se agradece mucho las facilidades que nos han dado desde el centro para informar a los alumnos, ya que nos han dejado interrumpir las clases durante unos minutos para poder explicar el cometido de nuestra visita», subraya Alonso.

También el instituto María de Molina y la Vaguada acogen de forma habitual este tipo de jornadas, ya que además de alumnos de Bachillerato cuentan con estudiantes de ciclos Formativos de FP que superan los 18 años necesarios para poder ser donante.

Desde la Hermandad de Zamora están muy satisfechos con estas campañas en centros educativos, «donde los jóvenes siempre responden, como en la universidad, que es un lugar donde tenemos muy buenos resultados», se pronuncia el presidente, Jesús Murias.

Según su criterio, los recortes en sanidad «están haciendo caer a los ciudadanos en el desánimo y la administración no se da cuenta, recorta en sanidad y en educación de forma interesada, diciendo que lo público no funciona bien y hay que privatizarlo», denuncia desde su posición, y augura que este tipo de políticas «pasará factura a los representantes que han hecho una nefasta gestión», lamenta el presidente de la Hermandad de Donantes de Sangre de Zamora.

Los sanitarios hoy ya no están en el instituto, pero el germen de la solidaridad ya no hay quien lo saque de donde ayer prendió con fuerza.

«Es la primera vez que dono y es algo que llevaba tiempo queriéndolo hacer»

<Raúl Galán >

2.º Bachillerato

«Yo fui receptora de sangre hace cuatro años y hay que devolverlo a la sociedad»

<Olga Pardal >

Ciclo de Gestión Comercial