Virginia García representa al nuevo colectivo que se han visto abocado a pedir ayuda a Cáritas. Madre de dos niños de siete años de edad y con su marido en desempleo desde hace unos meses cuenta con un respaldo «de alimentos de Cáritas que nos ayuda a aporta algo a casa de mis padres, donde vivimos».

La familia residía en Tarragona, el padre trabajaba de carretillero y ella se encarga de los hijos y la casa hasta que «mi marido perdió el empleo». Tras comprobar que la situación se complicaba y al tener como único recurso el paro tomaron la decisión de retornar a Zamora. Ahora tienen como único ingreso económico fijo la ayuda familiar con la que hacen frente al pago de la hipoteca de un piso en Tarragona y en el que no viven. «Lo tenemos a la venta y en alquiler, pero nadie lo quiere», lamenta la mujer que precisa que «negociamos una carencia con el banco y ahora solo pagamos los intereses, pero se nos acaba en enero». Y es que esta familia tendrá que hacer frente a un pago de 536 euros y «solo tenemos los 420 de la ayuda familiar, pagaremos hasta que podamos y luego? no sé qué pasará».

La familia también recibe ayuda económica de la otra abuela. «Mi suegra nos ayuda como puede, pero tiene la pensión congelada y todo sube». Además a través de Facebook «una amiga de Barcelona ha creado una página y 22 personas nos donan un euro al mes, es decir, otros 22 euros más para sobrevivimos como podamos», dice Virginia García que ha solicitado «numerosos cursos al Servicio de Empleo y no nos dan ninguno ni nos conceden más ayudas porque percibimos los 420 euros y dicen que nos beneficiamos del piso».

El futuro lo ve negro. «Cada vez está todo peor» aunque tiene claro que no abandonará el país. «No pensamos en la emigración porque tenemos dos niños en edad escolar» y pide a los políticos que «piensen más lo que está haciendo y en las personas que sufren las consecuencias de las medidas que toman».