«Es un planteamiento que tengo desde hace muchísimos años. Para mi el arte es una fiesta, y no un martirio de ponerte triste con las desgracias. Yo soy, en este sentido, optimista, hedonista, alegre y quiero que la gente disfrute con los colores que pongo. Que sea una fiesta para los ojos y la gente que lo ve». Las palabras de José María González Cuasante (Burgos, 68 años recién cumplidos) se hacen patentes en la muestra inaugurada ayer en la Galería de Arte Espacio 36 de la capital.

Pintura hiperrealista de altura, con dos temas fundamentales: los cuadros de vacación veraniega, en los que destacan los potentísimos rojos, y los interiores, estos sin gente y basados en la luz natural de las estancias. Nada más entrar en la galería el espectador puede disfrutar de las «escenas de ocio, tomadas normalmente en verano, en época de vacaciones. Por eso aparecen escenas de playa y lugares de pasatiempo. Plasmo seres anónimos» en posturas naturales, ya que «no se dan cuenta de que los estoy cogiendo». Cuasante toma instantáneas fotográficas de escenas casuales, «sin hacer que posen, sin que se den cuenta, cuando son personas. Cuando son objetos busco un atractivo cromático y compositivo. Busco objetos protagonizados por el color rojo». A partir de los documentos fotográficos, llega la selección. Y es entonces cuando realmente «empieza el trabajo de pintor: hacer un buen dibujo y tomar las precauciones para pintarlo, con una técnica parecida a la de la acuarela». Los interiores están hechos «de otra manera, a la brava, podríamos decir. Empastando y haciendo un dibujo abocetado con pincel para acto seguido ponerme a pintar».

Cuasante es prolífico: «Pinto rápido. Ha habido años que he hecho más de 50 cuadros. Ahora lo tomo con algo más de tranquilidad y a lo mejor hago como dos al mes». ¿Y la crisis?. «Ahora está todo un poco parado. Pero siempre hemos estado en crisis. Y es hasta bueno, porque te hace reflexionar y replantearte muchas cosas. En este caso se une a las crisis que puede tener uno como artista, que también son importantes, la de la sociedad, que es un poco más dura que otras veces. Cuando se tiene ilusión y esto se convierte en la vida de uno, por mucha crisis que haya uno tiene que seguir haciendo cosas. Yo es que no sé hacer otra cosa, ni me divierte. No es una forma de llegar a vender un cuadro, sino un estado de ánimo». Cuasante, muy vinculado a Zamora, provincia donde llegó a vivir con sus padres a los 13 años, vuelve, tres años después, a Espacio 36.