El taxista contratado supuestamente por el Hospital para trasladar al cadáver del neonato que se habría dado por muerto ya compareció en las diligencias abiertas en el Juzgado para declarar que «no recordaba nada» de aquel supuesto viaje del centro sanitario hasta el cementerio de San Atilano. Una carrera por la que la familia Blanco Rodríguez pagó 250 de las antiguas pesetas, una factura que el matrimonio ha conservado todos estos años. Cuando el padre del bebé, tras recibir la mala noticia de que el niño había muerto, preguntó qué trámites tenía que realizar para darle sepultura, «le dijeron que el cuerpo estaba en una caja de zapatos y que se despreocupara de los gatos, que ellos tenían gente para bajarlo al cementerio, que existía una fosa común donde enterraban» a los niños que morían en tales circunstancias. Cuando la familia indaga años después en San Atilano constata que en el registro no existe anotación «de ningún feto para enterrar de menos de 24 horas del 24 de abril de 1976 hasta el 15 de junio de 1977».