La Baja Edad Media trajo a Zamora las iglesias románicas, templos de culto a Dios en los que cobijar y mantener la fe cristiana como alimento de las almas en una época de carestía económica y cultural. La fe inspiraba aquella arquitectura, sí, pero realmente nació pensando en las personas. Un techo para celebrar la ceremonia, pinturas para embellecer los muros y esculturas para narrar el Evangelio a los ojos de unos fieles prácticamente analfabetos.

Han pasado los siglos, se han sucedido las restauraciones de aquellos templos para adaptarlas a las nuevas necesidades y hemos llegado al presente. Y en el fondo, el criterio sigue siendo el mismo: adecuar ermitas, iglesias o monasterios a las personas. Esa es la filosofía que defiende la Fundación Santa María la Real en el último número de su publicación «RE», donde pone como modelo los trabajos que se realizan en la actualidad en el monasterio de San Martín de Castañeda.

La prestigiosa institución radicada en Aguilar de Campoo defiende que los técnicos que han diseñado la intervención en Sanabria «han escuchado las demandas y necesidades de los vecinos». Por ejemplo, el acondicionamiento de la sacristía como lugar de culto ha precisado de «un diálogo constante con el párroco», el mobiliario litúrgico «se ha diseñado pensando en la nueva capilla» y la colocación de bancos calefactados en la iglesia del cenobio «garantizan el calor en invierno, a la vez que contribuyen a un mayor ahorro energético». Después de todo, «los vecinos de San Martín de Castañeda tienen garantizada la conservación de su iglesia, a la vez que disponen de un lugar adecuado y cómodo para la celebración de la eucaristía».

Claro que los medios son sensiblemente distintos a los de hace siglos. La iglesia conventual es uno de los pocos templos de Castilla y León donde se han instalado sistemas inteligentes que permiten conocer de forma remota el estado del edificio y programar soluciones preventivas. Se trata del Sistema de Monitorización del Patrimonio (MHS), que en el caso de San Martín permite controlar desde una central situada a kilómetros aspectos como la temperatura interior y exterior.

Las aplicaciones más vanguardistas del proyecto MHS también posibilitan la visita de las iglesias románicas ubicadas en el entorno rural sin que haya personas que se ocupen del acceso y la vigilancia, tan solo con la ayuda de una tarjeta.

De nuevo, avances pensando en las personas, como defiende Santa María la Real. Como aquellos primeros templos románicos que los zamoranos del Medievo vieron erigirse para alimentar los espíritus, un legado que hoy sigue en pie y se renuevan para atender las necesidades de ahora.

El último número de la revista «RE» también habla de la investigación que historiadores y arquitectos están llevando a cabo sobre el claustro que el anticuario zamorano Ignacio Martínez levantó en Madrid y que fue trasladado en los años cincuenta a la localidad de Palamós. Una vez completado, el estudio se incorporará a la Enciclopedia del Románico, concretamente, en el volumen de Gerona.