Corrían los años setenta. Agustín García Calvo aprovechaba su exilio en Francia para difundir su discurso rebelde y repartir copias del manifiesto de la comuna antinacionalista zamorana (Caz). Allí, en un restaurante del Barrio Latino de París, el filósofo zamorano coincidió con un joven cantautor que se quedó prendado de su «mensaje heterodoxo». Desde aquel momento, García Calvo y Amancio Prada cultivaron una prolífica amistad que exhibieron en multitud de recitales por todo el país. El apesadumbrado artista leonés regresaba ayer a toda prisa a Zamora para transmitir a la familia del fallecido su pésame y reencontrarse con el hogar que le abrió sus puertas décadas atrás.

A Prada le cuesta encontrar una frase que resuma la figura de Agustín García Calvo porque como el zamorano «hay muy pocos». A diferencia del resto de mortales, los poetas «nos dejan su obra», subraya Amancio Prada, quien define al pensador como «un filósofo que canta y un poeta que piensa», algo que «da relevancia» a la persona que «siempre dijo "no"». «Agustín fue el hombre dijo "no" a la tiranía, no al poder, no a la gloria, no a la vanidad, no al conformismo... Con una actitud rebelde, crítica, y tomando partido por los de abajo, por el pueblo sin nombre».

En efecto, el zamorano tenía un lenguaje propio y, a menudo, hablaba de «los de abajo» para dirigirse al «pueblo», el mismo que ha impregnado con su descontento la Puerta del Sol madrileña en un movimiento con el que García Calvo conectó desde que se prendió la primera chispa. Justo el mismo mensaje que sedujo al joven Prada en las callejuelas del Barrio Latino. «Me cautivó enseguida su poesía machadiana, impregnada de pensamiento», reconoce.

Aquella incipiente amistad creció y se consolidó. Ambos coincidieron en multitud de citas por todo el país y, a través de García Calvo, el cantante leonés conoció a Chicho Sánchez Ferlosio, «otro ejemplo de estar siempre al margen de los poderes». Los tres coincidieron hace años en un recital en el Colegio Universitario. «La hija de Agustín, Sabela, me hizo llegar hace un par de años la grabación en casette de aquel encuentro», recuerda Prada.

El veterano cantautor reconoce que además de cantar sus poemas, «acudí a beber en su libro "Canciones y soliloquios", un trabajo que me parece fundamental para la lírica de la poesía española de todos los tiempos». De aquella propuesta, Amancio Prada tomó los versos del poema «Libre te quiero», un auténtico himno, habitual en los conciertos del leonés en cada escenario que ha pisado. «Es un poema como tantos otros de "Canciones y soliloquios" y no sé qué misterio tiene que le gusta a todo el mundo, a los niños, a los jóvenes, a los hombres, a las mujeres?».

«Libre te quiero, como arroyo que brinca de peña en peña. Pero no mía». Así arrancaba aquella creación de García Calvo que se ha convertido en título y en hilo conductor del documental que el director de cine salmantino Basilio Martín Patino presentó en la reciente edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid. Prada y Martín Patino comentaban entonces, con pena, que les hubiera gustado ver a García Calvo protagonizando algunas de las imágenes de la película que recoge la esencia del movimiento 15-M.

Y aunque acumuló galardones al más alto nivel, Amancio Prada y otras figuras de la cultura de Castilla y León claman la merecida distinción regional de las Letras para el zamorano que nunca llegó. No obstante, el cantautor también entiende que Agustín «vivía indiferente a estas cosas, al margen de todo eso», actitud que no le impedía comportarse como «una persona risueña, cordial, muy hospitalaria y profundamente seria, pensativa».

¿Cómo hay que contarle a los más jóvenes quien ha sido Agustín García Calvo? La pregunta, en principio compleja, se torna sencilla en la voz de Amancio. «Más que explicarlo, a García Calvo hay que leerlo, esa es la mejor herencia que nos deja: su cantar y su pensar». Se va el hombre, pero se queda toda su obra. «Agustín nos ha dejado pensamiento para rato, pensamiento para rumiar mucho rato», señala el cantautor de Ponferrada camino de la rúa de los Francos para dar el pésame a la familia.