El artista extremeño de nacimiento y salmantino de adopción Fernando Mayoral expone una muestra antológica en la sala de exposiciones de La Encarnación. Gracias a esta exposición, la primera que el creador realiza en Zamora, muchas personas descubren su faceta de pintor.

-¿Cómo surgió traer esta antológica a Zamora?

-Como expuse en Salamanca personal de la Diputación la conoció y el propio diputado provincial de Cultura acudió a verla. La venida de la muestra ha supuesto una gran alegría porque cuento con obra religiosa en la ciudad, donde por primera vez muestro mi pintura. Es una antología de toda mi vida a través de decenas y decenas de obras. Es un recuerdo a todo lo que he hecho, bien o mal. Hay obra pictórica de distintas épocas y diversos estilos. De hecho en las paredes de La Encarnación cuelgan algunos cuadros pintados hace más de 50 y 60 años de la misma manera que hay esculturas antiguas y más modernas tanto en la sala como en el patio de la Diputación.

-¿Cuáles es la pieza más antigua y la más nueva que exhibe?

-Las pinturas de Castilla son las últimas que he pintado y la pieza más antigua que conservo no la he traído porque la tenía mi madre como oro en paño. La hice con solo ocho años y se trata de una escayola tallada con una navaja. La policromé con acuarelas porque dentro de cualquier escultor, sea antiguo o moderno en el sentido de avanzado y vanguardista, hay siempre un imaginero porque pintamos las esculturas. Creo que se debe a que de niños vivíamos la Semana Santa y era una manifestación que nos llevaba hacia la escultura. Recuerdo que cuando mis padres me sacaban a ver una procesión me atraían los pasos y cuando en alguna ocasión dije que eras figuran de madera, alguna señora me reprendió, pues debía de ser como un pecado para ella. (Risas).

-Usted es conocido en Zamora gracias a que ha realizado dos pasos de Semana Santa. Háblenos de su faceta de imaginero para esta Pasión.

-La Santa Cena surgió a raíz de un concurso nacional al que tuve la suerte de que me invitaran y que gané. Lo hice rápidamente, creo recordar que en cuatro meses, algo que ahora no podría realizar. Creo que entonces estaba un poco loco por aceptar un trabajo de este tipo en tan poco tiempo. Cada figura hay que modelarla en barro, hay que tallarla en madera y hay que ensamblarla y policromarla. Es un trabajo ímprobo y ahora pienso cómo puede hacerlo. Fueron trece figuras y la mesa.

-También ha realizado el paso de La Conversión del centurión, que desfila el Viernes Santo en el Santo Entierro.

-También fue un concurso nacional que gané y me correspondió hacerlo. Ese paso tuvo una menor dificultad de ejecución porque tenía menos figuras. Fueron cinco piezas y dispuse de más tiempo, por lo que fue más relajado realizarlo.

-¿Qué ha supuesto esta vertiente creativa para Fernando Mayoral?

-Quedas una huella más profunda en el mañana. Gusta, la vanidad es la vanidad. También me agrada venir a Zamora y ver mi obra en la calle y estar atento a lo que dicen de mis pasos. Cuando los veo desfilar siento que se conservan bien porque están hechos con un material noble. No los he hecho por hacer, sino para que perduren. La imaginería es un arte muy difícil porque tienes que gustar a todo el mundo. Es una obra muy complicada porque el público sabe lo que le gusta. Es una imagen que se va a ver en la calle y en la que es muy difícil realizar la escala.

-Mucha gente descubre en esta muestra su faceta de pintor.

-Efectivamente mucha gente lo desconocía hasta ahora tanto en Zamora como en Salamanca. Esta exposición ha estado previamente en Salamanca, donde vivo desde niño, y mucha gente ha sabido ahora que pinto, pues se me conoce como escultor. Todavía hoy en día me pregunto qué me gusta más.

-¿Y qué se responde a sí mismo?

-Pues que me gusta la pintura, la escultura y la imaginería, las tres cosas. (Risas). No obstante, la primera vertiente que llegó a mi fue la escultura. Recuerdo que de niño llevaba la cera de las velas de casa a clase y hacía figuras.

-En sus paisajes se observa un cuidado por todos los detalles.

-La pintura la planteo desde el natural. No la hago de memoria porque creo que el hombre es limitado. Podemos hacer una cosa original un día, pero luego si la repetimos, en el fondo, es la misma y se convierte en un hábito. Cuando el arte se torna rutina, malo. En la vida cuando las cosas se convierten en una costumbre el hombre se aburguesa. Ojalá pudiéramos cambiar los hábitos y volver a ser niños. Si volviera hacia atrás volvería a ser artista y quizá haría más imaginaría.

-En Salamanca cuenta con mucha obra urbana. Entre ellas figuran varios de los medallones de la Plaza Mayor, como el de Alberto de Churriguera y el de Lord Wellington. ¿Cómo ejecuta esas piezas?

-Me tocó hacer alguno en invierno e hice que me taparan el gran andamio, un poco quizá por pudor. Trabajas directamente la piedra. Previamente modelas en barro y luego reproduces con un instrumento mecánico y una máquina de sacar puntos? en definitiva trasladas lo que has hecho en barro a la piedra.

-La escultura de Torrente Ballester de la vecina ciudad también es suya.

-Torrente fue compañero mío de trabajo. Los dos fuimos profesores en el instituto Torres Villarroel y éramos muy buenos amigos. Creo que acerté al hacerlo por el trato tan cercano que tuve con él. Además, me gusta porque está en un lugar público. Es una escultura ya emblemática de Salamanca. Las piezas que realizas para la calle se hacen todas de igual manera. Se realiza a un buen tamaño, se reproduce en silicona o escayola, los moldes se hacen en cera y se llevan a la fundición donde se hacen en bronce. A continuación, los moldes se devuelve y yo los utilizo y hago una copia en aglomerado de pizarra con poliéster. Esas piezas muy ligeras pasan a integrar mi colección como si fueran mis hijos y los guardo para estos menesteres.

-Entre todos estos hijos que ahora expone en Zamora el más especial correspondería a?

-La pieza de José del Castillo que se encuentra en el Ayuntamiento de Salamanca. La fundición fue muy correcta y eso mejora la obra. Es fundamental el trabajo del equipo de la función para que la escultura tenga un carácter mayor. No tuve ninguna dificultad al realizarla porque no había iconografía. Tuve libertad para elegir el modelo que quise, es un personaje imaginado, al igual que de la figura de Churriguera. Al tener libertad, la obra es más sana.

-Algunas de sus creaciones de gran tamaño comparten espacio expositivo, el patio de la Diputación, con una obra del escultor zamorano Baltasar Lobo.

-La obra de Lobo me ha gustado, aunque no lo conocí personalmente. Vi en un museo de París obras suyas que me han llamado mucho la atención. Se formó en Francia donde la escultura es otra cosa. Fue un hombre muy avanzado en sus conceptos y Zamora ha tenido la suerte de recuperar su legado.

-Dice que la escultura se valora más pasados Los Pirineos. ¿Es preciso que esta manifestación artística se tenga más en valor?

-Rotundamente sí. En España necesitamos un poco de consideración para estas artes. Necesitamos más apertura hacia las cosas nuevas cuidando que lo nuevo no sea por moda. Creo que la cultura es la savia del hombre y es una de las cosas que da la felicidad. La formación ayuda a que el ser humano sea mejor.

Valencia de Alcántara (Cáceres), 1940.

Con 17 años, ya en Salamanca, asiste a la Escuela de Nobles y Bellas Artes de San Eloy y a la Escuela de Artes y Oficios Artísticos. En 1949 inicia sus estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, licenciándose en Bellas Artes en 1954. Tres años más tarde, efectúa un viaje a Italia gracias a la ayuda de la Dirección General de Relaciones Culturales del Ministerio de Asuntos Exteriores. Mayoral ha combinado su actividad escultórica con la docencia, pues fue catedrático de Dibujo en el instituto Torres Villarroel y profesor asociado de escultura en la Facultad de Bellas Artes de Salamanca. Cuenta con numerosa obra escultórica pública y religiosa así como pictórica.