Sus días de enseñar en la escuela terminaron, pero José Manuel Martín se resiste a dejar de lado su vocación de ayudar a los más pequeños a valorar la formación académica y a mejorar su preparación para afrontar el futuro con mayores garantías.

«El curso pasado aprobé todas, y este también, que ya estoy en 5º. Quiero ser policía», asegura muy animado Salomón, uno de los alumnos a los que más le han aportado las clases particulares impartidas en la Asociación de Vecinos del barrio.

Es el segundo año que el zamorano, junto a Jesús Jiménez, su ayudante de etnia gitana, se lanzan a la aventura de echar una mano de forma desinteresada en las tareas diarias a cerca de una veintena de alumnos que además de aprender, «encuentran aquí un espacio propicio para el estudio y para la integración y la inserción en la sociedad», explica el profesor Martín.

La necesidad «es muy grande» en el barrio, ya que muchas familias no pueden permitirse el lujo de pagar una academia o un profesor particular para sus hijos, por lo que esta iniciativa brinda a las familias una oportunidad para que los menores realicen sus tareas con la ayuda de un adulto y con bibliografía a su disposición.

José Manuel Martín es una persona muy querida en San Frontis. Ya había impartido clase en las escuelas del barrio, además del instituto María de Molina, entre otros, por lo que conoce a sus vecinos y la forma en la que abordar la educación de sus hijos. Pero en su modestia no se olvida de todos los que están a su alrededor. «La Asociación de Vecinos se ha esforzado mucho en que esto salga para adelante, Venancio y Melchor, al que ya conocía, y por el que ahora estamos en esta aventura», se pronuncia.

El Centro de Acción Social (CEAS) de la zona, la Fundación Secretariado Gitano, los colegios a los que acuden los niños y los Menesianos. «Sin su ayuda esto nunca habría salido para adelante, porque son muchas personas las que se necesitan para hacer salidas con los niños, mantener el local, motivar a los niños...».

Payos y gitanos sin distinción. La idiosincrasia del barrio también está presente en el aula, que además de a niños de San Frontis acepta a cualquier alumno que necesite una ayuda complementaria a las clases sin tener que realizar un desembolso que descuadre el mes en la economía familiar.

Eleazar, Álex, Juanito, Arabia o Ana son solo algunos de los nombres de los niños que acuden a las clases, «y aunque no vienen todos los días, sí lo suficiente como para conseguir una buena progresión en los estudios», asegura Martín.

«¡Saqué un 9.30 en Lengua y todos hemos pasado sin ninguna asignatura!», aseguran los niños, pero el profesor pide calma. «El éxito escolar es uno de los objetivos, claro, pero no es el principal, porque la inserción y la relación con el resto de compañeros es lo más importante, la progresión en la actitud de los niños es sorprendente».

Los propios docentes de los centros a los que asisten los alumnos, la mayoría al María Inmculada y al Alejandro Casona , observan en los estudiantes una notable mejoría tras asistir a las clases en la Asociación de Vecinos. Un mensaje de agradecimiento en la parte superior de un ejercicio demuestra la colaboración entre los profesores particulares y los oficiales, que se apoyan mutuamente para sacar lo mejor de los niños que tienen a su cargo.

«Supone una satisfacción enorme ver cómo los niños mejoran en la escuela y además sus profesores valoran lo que hacen aquí por las tardes», comenta Jesús Jiménez.

El curso comienza y las tareas cada vez son más numerosas y complejas, y lo que empieza con menos de una decena de asistentes los primeros días, «termina con alrededor de una veintena de niños», que buscan el apoyo en el equipo de profesores de su barrio. «Hasta que las fuerzas aguanten». Respuesta contundente a la pregunta de cuánto tiempo va a seguir adelante con el proyecto social que José Manuel Martín pilota en San Frontis.

Las crisis sacan lo peor de la sociedad y lo mejor de personas anónimas, que con su trabajo y tenacidad rompen los moldes de lo establecido para hacer suyo aquello de «querer es poder».