-Daniel, ¿qué proyectos tiene planteados a corto plazo?

-Además de las actuaciones con la compañía «Malabreikers», doy clases de malabares y estoy preparando un número de gala con un amigo. En esta propuesta combinamos las mazas con el ritmo del mambo. Se trata de un número muy ambicioso técnicamente que vamos a preestrenar en el mes de septiembre en una convención de circo en Venezuela. A la vuelta lo haremos en varios lugares como Circ Altea el 6 y el 7 de octubre. Es un número arriesgado y tiene la duración ideal para ser incluido en un circo.

- Desde su punto de vista, ¿resulta complicado hacerse un hueco en ellos?

-No, actualmente no. Los circos tradicionales, los familiares que tienen animales, cada vez están más receptivos a nuevas propuestas escénicas. La situación ha cambiado bastante en los últimos años. Antes los artistas del circo contemporáneo, donde se apuesta más por montajes que se apoyan más en el teatro, la danza y lo visual que comunica y narran historias, no estaban nada vinculados a los circos que montan carpa y realizan números con bestias.

-Sus números encajan más en el contemporáneo

-Sin duda, pero en estos momentos se está produciendo una reconciliación realmente muy interesante entre ambas manifestaciones circenses. Ahora se pueden ver en circo clásico números más actuales y viceversa, lo que es muy enriquecedor. Desde mi punto de vista existe una energía muy bonita en el circo clásico y tradicional. Creo que en el «más difícil todavía» hay un gran virtuosismo y una increíble superación.