Es habitual que la ciudad de Zamora presente un aspecto semidesértico cada 15 de agosto, debido a la celebración de las fiestas patronales en numerosos pueblos de la provincia que se unen con el periodo de vacaciones estivales. No obstante, la imagen en el día de ayer era completamente diferente en la capital, con un trajín de personas y coches recorriendo los diferentes establecimientos comerciales para llenar la despensa de cara a los días de festividad que se vienen encima.

Durante la mañana de ayer, la calle de Santa Clara presentaba un aspecto más acorde con la época de rebajas que con mediados de agosto. Los carros hasta arriba denotaban que el maletero del coche iba a pesar más de lo normal en la vuelta al pueblo. Así era. Solo en el Mercado de Abastos se pudo ver durante todo el día la fuerza comercial de estas fiestas de San Roque y la Asunción, puesto que personas llegadas de toda la provincia se afanaban por llevar cuanta más cantidad de carne, mejor. «Tengo que poner una mesa para veintidós personas y durante todo el año solo vivimos dos, como para no venir a comprar ahora», explica María Jesús Fariza, vecina de Belver de los Montes y en cuyo carro asoman un par de corderos entre otras piezas.

Y es que el día 14 de agosto es señalado en los establecimientos comerciales de la capital. Un día en que hordas de gente que pasan estos días en el pueblo acuden a la ciudad para ultimar todos los preparativos. «Las tiendas de los pueblos, normalmente, dan para lo que dan, por eso se llevan los carros llenos a lo largo de esta semana», explica Pedro Álvarez, encargado de una gran superficie en Zamora. De hecho, afirma este comerciante que suelen estar preparados para que en estas jornadas de tanto ajetreo «no se queden las estanterías vacías».

Y no solo de comida vive la fiesta, sino que es habitual ver carros cargados hasta arriba de todo tipo de bebidas alcohólicas y refrescos. Las peñas, los bares que no dan abasto y las barras que montan los quintos del año son los principales compradores «en cantidades industriales» que se llevan litros y litros para darle un toque más espirituoso a la celebración. «Ahí sí que hacemos un buen negocio», se regocija Álvarez.