El cuadro de Francisco Franco propiedad del Ayuntamiento de Zamora, que en estos momentos se encuentra en dependencias de la Alhóndiga para su catalogación tras ser sacado de un almacén municipal ubicado en la antigua estación de autobuses, lo pintó José María Castilviejo según afirma el concejal de Adeiza, Miguel Ángel Mateos y como ya figura en el libro «Pintura del siglo XX en Zamora» escrito por la doctora en Historia del Arte Inés Gutiérrez Carbajal.

El concejal de Adeiza afirma que es una obra que se encargó «directamente a José María García Castilviejo». «Él participó en un concurso abierto que organizó el Ayuntamiento de Zamora para decorar el actual salón de plenos, pero lo ganó la artista toresana Delhy Tejero». El historiador precisa que «de alguna forma se le recompensó encargándole un retrato de Francisco Franco» en 1950, «momento en el que se acaba de construir el Ayuntamiento y había que solemnizarlo».

El experto detalla que el artista, uno de los fundadores de la Escuela de San Ildefonso, «dio muchas vueltas al retrato». De modelo «utilizó al escultor Julio Mostajo», mientras que «la cabeza la tomó de los grabados efectuados por Sánchez Tola», concreta Miguel Ángel Mateos quien defiende que Castilviejo realizó el óleo, que mide 160 por 110 centímetros, «en Zamora».

Respecto a la firma de la obra esgrime que el autor «pinta una jota que parece otra letra lo que induce a confusión», puesto que en esa época «Castilviejo firmaba como Chema», pero se aprecia «el apellido Fernández claramente».

Pictóricamente la pieza de gran tamaño tiene rasgos de Castilviejo como «el concepto tradicional de la pintura hispánica y del retrato hispánico-flamenco, por el gran realismo de la ropa y por el fondo, una especie de terciopelo rojo típico de los retratistas españoles del Siglo de Oro», argumenta Mateos que comenta que «en un principio se creyó que era un cuadro de serie de los que realizaban los pintores vinculados al palacio del Pardo», mientras que Félix Matilla opina que «es un cuadro de los inicios del artista, por lo que no se aprecia muy definida su importa personal si se compara con otros retratos posteriores».

En otro orden de cosas, el concejal de Adeiza demanda que «hay que hacer una seria catalogación de los bienes que atesora el Ayuntamiento de Zamora porque hay elementos que no se sabe dónde están». El historiador y político asegura que «he sabido que esta obra, tras retirarse del salón de plenos, estuvo situada en una sala ubicada en el edificio consistorial junto con las gigantillas, lo que brindó que pudiera ser destruida por cualquier mano» y agrega: «Desde que manifesté mi preocupación por saber dónde se encontraba el cuadro el concejal de Juventud y Ocio, Víctor López, ha prestado atención a mi petición y la pieza ha aparecido en algo más de un mes».

«Es una obra de arte que costó al Ayuntamiento 250.000 pesetas de la época, lo que en los años 50 era mucho dinero», esgrime Miguel Ángel Mateos que cree que el mejor lugar donde debe depositar la administración local el bien artístico es el «Museo de Zamora». «Es una obra digna que técnicamente tienen una gran calidad».

Por otro lado, la doctora en Historia del Arte Inés Gutiérrez Carbajal en su estudio sobre la pintura zamorana de la pasada centuria, «Pintura del siglo XX en Zamora» editado por el instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo, alude a este cuadro en el capítulo dedicado a José María Castilviejo. En una cita a pie de página sobre los retratos de encargo realizados por el zamorano la experta escribe: «(...) hizo varios, entre otros uno de 1950 para el Ayuntamiento de Zamora donde está representado Francisco Franco Bahamonde realizado en óleo sobre lienzo». Como conocedora en primera persona del óleo la experta zamorana defiende que «es un cuadro de lo que se denominan de museo al margen del personaje que aparece representado». «Su lugar, sin dudas, es un museo».