Caridad Fernández López de manera paralela a su trabajo como documentalista para series de televisión, forma parte del colectivo artístico «Tres en suma», donde realiza videoarte, y es autora del guión teatral de «El impostor» para microteatro que acaba de estrenarse en Madrid.

-¿Cómo llega a ser guionista de microteatro?

-Nunca había escrito nada para teatro. Me hicieron la propuesta unos actores y un director que buscaban textos para crear microteatro. Me plantearon un tema y acepté el reto sin saber muy bien qué estaba haciendo. Comenzamos a plantear textos y finalmente seleccionaron uno que se estrenó en abril, «Mientras Ángela espera», y ahora acabamos de estrenar un segundo titulado «El impostor».

-¿Por qué se caracteriza este tipo de teatro?

-Es una propuesta escénica corta y en ella se puede abordar temas desde muchas perceptivas. La filosofía del local es que puedes estar tomando un cervecita o un café y accedes a ver una obra o bien dos al durar cada representación de 10-15 minutos. Además cada mes se aborda un tema, así en julio es «por perder la cabeza». Para mí la gran diferencia con otro tipo de teatro es la sensación de estar presente en lo que está ocurriendo. El espacio en el que se representa es pequeño. A él accede una docena de personas, lo que hace que tengas la sensación de que te has colado en un lugar y estás presenciando algo que está sucediendo.

-Las características de las piezas y la cercanía con el público ¿las tiene presente a la hora de confeccionar el libreto?

-Sí, al escribir tengo la sensación de que tienes que contar una historia completa en el formato de una escena larga. Intento facilitarles la labor a los actores mediante textos ágiles y que resulten en las distancias cortas. La primera vez con «Mientras Ángela espera» me di cuenta de que la historia tiene que tener un planteamiento, un nudo y un desenlace, como una trama larga, pero el público tiene que entrar muy rápido en la acción y el desenlace tiene que ser en un punto alto de la producción. Es una estructura de una obra completa, pero en una sola escena.

-Conocía a los actores y al director de la obra. ¿La circunstancia influyó a la hora de elaborar ese primer texto?

-No, porque cuando lo escribí no sabía quién iba a interpretar cada papel. Intentas crear un personaje de una manera muy sólida para que quien lo encarne lo pueda defender bien. Con «El impostor» me ha pasado lo mismo y eran tres personajes. Escribí dando una característica dominante a cada personaje. En esta obra la dirección corre a cargo de Darío Frías quien también interpreta junto a Jesús Granda y Jorge Pobes. Contamos con la escenografía de Xabi Iriondo y el diseño de cartel de Eduardo Amador.

-La puesta en escena en estas representaciones es más asequible. ¿Se nota también en la entrada a cada pase?

-Sí, el precio no supera los cuatro euros, lo que anima al espectador a acudir. Es muy diferente pagar 15 euros por acudir a teatro que únicamente cuatro.

-El microteatro ha comenzado en Madrid, pero ¿cómo va su expansión hacia los teatros de provincias?

-Ahora se está empezando a mover. En Segovia hicieron un proyecto cultural en la cárcel donde han representado alguna obra de microteatro en las propias celdas. Es una fórmula también de acercar nuevos proyectos y más económicos a todos los teatros. Me haría mucha ilusión que alguna de mis obras pudiera representarse en el Principal.

-¿Este tipo de producción es una solución para que las artes escénicas prosigan vivas pese a la crisis?

-Desde mi punto de vista la cultura es una cuestión de todos y del Estado. Tiene que existir un apoyo estatal hacia ella. No obstante, vivimos unos momentos complicados por lo que la iniciativa privada también tiene un grado de responsabilidad y debería implicarse un poco más en el mundo cultural. Es positivo que se combine el apoyo público y privado, aunque no debe de ser la única fórmula. Creo que es muy positivo que se prueben nuevos formatos, que haya ámbitos para gente nueva, para proyectos nuevos fáciles de producir en los que no haya que hacer una inversión muy fuerte. Yo he visto propuesta en microteatro realmente novedosas.

-Al margen del teatro también tiene otros proyectos audiovisuales. Concrétenos.

-El año pasado escribí una película en dos episodios para la televisión basada en la historia de Elisa y Marcela, las dos primeras mujeres que se casaron en España, una de ellas disfrazada de hombre, en Coruña a principios de siglo XX. El primer contacto con la historia lo tuve a través de un reportaje publicado en un dominical de La Opinión-El Correo de Zamora hace más de una década. (Risas). En estos momentos estoy moviendo el proyecto, aunque sé que es complicado producir una historia de época. De manera paralela trabajo como documentalista. Desde mi punto de vista es el mejor trabajo del mundo. Es muy interesante porque constantemente tienes que estar preguntando cosas, aunque tenga una vertiente menos creativa. Cuando me tengo que documentar en profundidad sobre algo voy a Zamora porque la gente te presta su ayuda desinteresadamente. Todavía queda un trato humano cercano. Recientemente me he estado documentando en el juzgado de Toro y la gente me ha facilitado mucho la tarea, pues intenta darte a conocer su realidad.

Zamora

Estudió Ciencias Políticas en la Complutense. Posteriormente efectuó un master en Estética y Teoría de las Artes. A partir de esta formación mantuvo un contacto más intenso con la escritura y realizó un master en Documentación. Comenzó a trabajar como documentalista en series como «Compañeros», o «Mis adorables vecinos». Ha formado parte del equipo creativo de la película para televisión «Una bala para el rey» y de series como «Cuenta atrás» o «Punta escarlata». Actualmente es documentalista de la serie «Luna». También forma parte de la asociación artística «Tres en Suma», donde realiza videoarte.