Santiago Martín Cañizares se ordenó ayer sacerdote en la Catedral, tras casi cuatro años sin nuevos presbíteros en la Diócesis. Estos últimos días, el diácono los ha vivido cargado de actividad, pero ha sacado tiempo para meditar sobre el evangelio en la misa, sobre san Juan y las oraciones del rito de la ordenación.

-¿Cómo surge su vocación?

-Nace en Valcabado, mi pueblo, primero en la catequesis cuando comenzaron a hacerse los grupos de catequesis y con las actividades a raíz del nombramiento del que hasta ahora es párroco de Valcabado, Juan Luis Martín Barrios, así como posteriormente como monaguillo en la parroquia.

-¿Qué papel ha tenido en que sus primeras inquietudes religiosas fructificaran el sacerdote Juan Luis Martín Barrios?

-Juan Luis Martín me acompañó siendo niño, adolescente y joven. De hecho aunque por motivos de distancia y tareas de los dos apenas nos veamos, siento como también me sigue acompañando y aconsejando. Mirando hacia atrás, ha sido para mí un ejemplo de sacerdote que supo y sabe combinar la pastoral parroquial con otras tareas que la Iglesia le ha pedido. Cara a mi futuro ministerio es ejemplar en eso. Siempre, desde que llegó al pueblo, he tenido con él confianza y amistad. Desde muy pronto me abrió una nueva forma de ver a la Iglesia y a Cristo, sobre todo, en la adolescencia.

-¿En algún momento le han hecho sentir raro por haber recibido y respondido a la llamada de Dios?

-Yo nunca me he sentido raro. Ha habido gente a mi alrededor que no le gustó y no le gusta que vaya a ser sacerdote, pero por ello no me hacen sentir mal. Siempre he tenido amigos que incluso, no siendo creyentes me han ayudado y me han apoyado.

-¿Tuvo claro que su vocación era el sacerdocio o pensó procesar por alguna orden religiosa?

-Cuando uno se topa con sacerdotes o hermanos de congregaciones u órdenes religiosas, a veces querría empaparse de su carisma. Siempre he buscado enriquecerme así, pero hasta el momento, nunca me he planteado seriamente la posibilidad de pertenecer a una orden religiosa.

-Para ser sacerdote ha tenido primero que estudiar Teología en Salamanca siendo el único que lo cursaba en algún momento en el Seminario Mayor, ¿cómo afrontó esos años?

-Efectivamente llegó un momento en que me quedé solo en el seminario acabando los estudios. Concretamente sucedió el quinto año de los estudios eclesiásticos. Viví en el seminario e iba y venía de Salamanca. Antes vivíamos allí y era más cómodo. Fue para mí una experiencia que me acercó a la vida universitaria que comparten muchos jóvenes. Después, los otros dos años de licenciatura y el año en que redacté la tesina, viví en la parroquia de San Torcuato. Fue interesante compartir estudio y actividad pastoral.

-Hace dos años el obispo Gregorio Martínez le ordenó diácono. ¿Qué supuso para usted este paso?

-El 23 de mayo hace dos años que me ordené diácono. Todavía estaba estudiando, por lo no supuso para mí el final de la formación o la meta de lo que había estado estudiando, sino que el tener que seguir estudiando fue para mí una nueva forma de ver los estudios y el resto de las tareas que estaba haciendo. Una de las funciones del diácono es el del servicio en las celebraciones litúrgicas, y más concretamente al obispo. Además, un año estuve en San Torcuato y este último en Santovenia, encargándome de la catequesis, entre otras labores, y en Benavente con los jóvenes.

-Se ordena presbítero. ¿Qué implica para usted y qué representa para la Diócesis?

-Es un gran paso, que creo que no me haré a la idea hasta que no dé. Supone un cambio de vida por las responsabilidades y sobre todo, por lo que ayer leía en un correo de una sierva de San José que me escribía para felicitarme, porque a partir de ahora con mis manos debo sanar, reconciliar, bendecir y amar a la manera de Dios. Es una gran responsabilidad.

-Háblenos de los detalles de la ceremonia.

-La celebración es en la Catedral y por supuesto están invitados a asistir todos los fieles. Supongo que haya gente de diferentes lugares por donde he pasado y de mi pueblo. Los ritos son varios, después del evangelio la llamada del candidato y después de la homilía lo que son propiamente los ritos de la ordenación: Las promesas, la postración y las letanías, la imposición de manos, la plegaria, la vestición, la unción, la entrega de los dones y el abrazo de paz.

-Hace casi cuatro años se ordenaron otros presbíteros y creo que todavía van a restar unos cuando años hasta que se vuelva a celebrar la ceremonia en Zamora. ¿La Diócesis tiene un problema de relevo generacional?

-Es cierto que no hay suficiente relevo generacional. Esa situación nos exigirá a todos un trabajo conjunto de laicos, religiosos y religiosas y sacerdotes, en definitiva, una nueva forma de atender las necesidades más importantes como la iniciación cristiana o los jóvenes. No obstante debemos sentirnos afortunados por tener algunos chicos en el seminario que se plantean la vocación sacerdotal.

-¿Qué le diría a alguien ajeno a la Iglesia que pueda saber que un joven como usted se ordena sacerdote?

-Tengo amigos no creyentes. Les interroga, les parece raro, pero a la vez admiten que se necesita cierta valentía para esto y hasta parece admirar que alguien en el siglo XXI haga esto. Yo cuando empiezan a hablar de eso, les digo: ¿y tú?, no sé si sacerdote ¿pero al menos cristiano?

-La sociedad cada vez está más alejada de Cristo. ¿Desde su punto de vista qué se puede hacer?

-El Papa nos propone un año de la fe para entre otras cosas reflexionar sobre la nueva evangelización. Es necesario mostrar el verdadero rostro de Cristo. Existe mucho analfabetismo religioso. La mayoría de la sociedad no conoce, o mejor dicho, conoce erróneamente muchas cuestiones sobre la Iglesia y sobre el evangelio.

Zamora, 1984

Estudió en el colegio de su pueblo, y después pasó por tres centros educativos de la capital. Después ingresó en el Seminario Mayor de Zamora, haciendo sus Estudios Eclesiásticos y la Licenciatura en Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca. La etapa de formación pastoral la tuvo en la parroquia de San Torcuato de la capital, donde fue ordenado diácono el 23 de mayo de 2010. Con posterioridad, se incorporó a la parroquia de Santovenia del Esla, donde ejerce actualmente su ministerio diaconal, junto con la Pastoral Juvenil de Benavente. Tras pasar a ser un nuevo sacerdote al servicio de la Iglesia diocesana, el sábado 26 de mayo presidirá la eucaristía solemne de acción de gracias en su pueblo, lo que antes se llamaba «cantar misa».