Los afectados por fibromialgia y fatiga crónica celebran hoy el Día Mundial de esta enfermedad con la petición de hacerse visibles en la sociedad. Ana Rosa Alonso, presidenta de Afiza, asociación de afectados en Zamora, asegura que el primer paso es aceptarse uno mismo para aprender a sobrellevar «esa lucha diaria».

—¿Cuáles son las principales peticiones de los enfermos de fibromialgia y fatiga crónica en este día?

—Lo que se lleva solicitando desde hace años: reconocimiento médico, social y familiar, además de ofrecernos una respuesta integral para mejorar nuestra calidad de vida. Hay que concienciar a la sociedad de la enfermedad.

—¿Todavía es necesario?

—Es una enfermedad totalmente incomprendida, a pesar de estar reconocida por la Organización Mundial de la Salud desde 1992, mientras que la fatiga crónica se reconoció tres años antes.

—¿Cuáles son las principales diferencias entre ambas enfermedades?

—El síntoma más destacado en la fibromialgia es el profundo dolor muscular, como una quemazón. En el caso de la fatiga crónica, se trata de algo físico y mental, que no remite con el reposo y que afecta más cuando aumenta la actividad.

—¿Desde cuándo está en marcha la asociación en Zamora?

—Lleva funcionando desde 2006 y somos casi 150 miembros, entre afectados, familiares y colaboradores. Con una cuota mensual de 18 euros tenemos actividades especiales para los socios, como taichí adaptado o manualidades. También tratamos de concienciar a los enfermos, sobre todo a los nuevos, para que acepten la enfermedad. Con los recortes, poco más se puede hacer.

—¿La crisis también afecta a la asociación?

—Por supuesto. En este año, con nuestras familias, asociaciones y federaciones, queremos reconocer los logros conseguidos, pero también denunciar las desigualdades e injusticias que perduran. Nos solidarizamos con todos los enfermos en esta época de crisis, que amenaza gravemente los pilares del Estado de Bienestar, y reclamamos una sanidad justa y equitativa para todos.

—¿Qué es lo más complicado de convivir con esta enfermedad?

—Lo que más cuesta es el recorrido médico que hay que hacer hasta que se diagnostica la enfermedad. Una vez que se evalúa, todo cambia. Lo primero que tiene que hacer el enfermo es aceptarse a sí mismo y aprender a vivir con esta lucha diaria, que afecta en mayor proporción a mujeres que a hombres.

—¿Cómo se puede acortar este recorrido por las consultas cuando se tienen los primeros síntomas?

—El profesional más adecuado para diagnosticar la enfermedad es el médico internista y el reumatólogo, porque son expertos en esta materia. Por eso recomendamos que cuando el paciente tenga algunos síntomas y las dudas le asalten, acuda a estos médicos.

—¿Qué es lo más complicado de convivir con la fibromialgia o la fatiga crónica?

—Uno se levanta ya cansado y con dolor muscular, una sensación que muchas veces desemboca en otras enfermedades, como depresión o ansiedad por esa convivencia continua con el dolor.