Entró casi «por casualidad» a formar parte de la Cofradía de La Concha hace veinte años y desde entonces apenas ha faltado a algún acto de la hermandad. Gonzalo González, comerciante de profesión y cineasta por devoción, presentó ayer en el Club LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA un documental de una hora de duración sobre una de las romerías más conocidas de la provincia, la de La Hiniesta, por la que confiesa tener especial aprecio.

«Zamora se va de romería» realiza un recorrido por las últimas dos décadas de esta fiesta popular. El director asegura que en todo este tiempo lo único que ha cambiado ha sido «el número de cofrades, porque ahora son innumerables. Lo que más me gusta es la actitud de la juventud en esa fiesta, es algo fantástico y que asegura su continuidad», subraya, al tiempo que califica esta romería como «entrañable y familiar».

Para Gonzalo González, toresano afincado en Oviedo desde hace 35 años, la «guinda» de esta romería es la comida «donde se desborda la alegría. Yo recargo pilas cada vez que voy a esa romería», reconoce el autor del documental. Ese ambiente se percibe en la película presentada ayer, que comienza en la iglesia de San Vicente y que contiene «imágenes irrepetibles» en ese recorrido de veinte años, donde no falta el volteo de los pendones, el intercambio de bastones o la tarde en Valorio. Como colofón, la proyección finaliza con un recuerdo especial de todos los romeros fallecidos. «He querido que todos los cofrades que participan en la fiesta salgan en la película, para que tengan constancia de su participación en esta romería», apunta González. El presidente de la cofradía, Florián Ferrero, fue el encargado de presentar esta película sobre la hermandad.

No es la primera vez que la cofradía de San Antolín protagoniza uno de los documentales de Gonzalo González. También hay constancia gráfica de los viajes realizados por los romeros a Santiago de Compostela con la Virgen de la Concha y a Sevilla, para hermanarse con la cofradía de La Hiniesta que también existe allí.

Precursor en los años setenta del festival de diapositivas y cine ameteur que se celebró en Zamora, González presentó allí una de sus primeras obras, «Vida entre las piedras muertas», sobre el monasterio de Moreruela. Por su trabajo ha recibido varios premios, que asegura conservar «con mucho cariño» y de igual manera acumula metros y metros de película. «No borro casi nada y eso ayuda después a la hora de editar películas», reconoce.

Además de Zamora, con su cámara también ha recogido imágenes de su ciudad de acogida, Oviedo, como la procesión del Jueves Santo o los lagos de Covadonga. A pesar de su amplio trabajo, González todavía reconoce que «hay muchas cosas de Zamora que todavía puedo grabar, es un ciudad que cuenta con imágenes preciosas».