Una iglesia, una crujía de un antiguo palacio, una de las obras más interesantes de arquitectura civil zamorana de principios del siglo XVI, y dos módulos de reciente construcción integran el conjunto arquitectónico que alberga actualmente los fondos y los servicios del Museo de Zamora. El propio edificio, el primer atractivo del espacio cultural diseñado por los arquitectos Emilio Tuñón y Luis Moreno Mansilla, recientemente fallecido, supone la pieza del mes selecciona actualmente por los responsables del Provincial.

La génesis de un espacio museístico comenzó en el siglo XIX, aunque la construcción de un edificio exclusivo para albergar las piezas artísticas de la provincia no arrancó hasta los años 80 de la siguiente centuria.

Las obras se iniciaron en el año 1982, pero problemas en las empresas hacen que se produzca la parada de la ejecución, que no se retomará hasta que el Ministerio de Cultura, tras analizar algunos estudios previos, encargarse el proyecto del Museo a los arquitectos Emilio Tuñón y Luis Moreno Mansilla, aunque hasta julio de 1998 no sería inaugurado.

La redacción del proyecto contaba con diversos condicionamientos previos, puesto que la ubicación del Museo estaba ya determinada por el edificio de la iglesia de Santa Lucía y la crujía del antiguo Palacio del Cordón así como por el solar contiguo, lo que hacía que «se partiera de un espacio limitado y pequeño para desarrollar la nueva construcción, la necesidad de mantener, adaptar y comunicar los edificios preexistentes y la convivencia de conservar e incorporar las arquerías del antiguo palacio» recoge la publicación «Soria arqueológica» en un artículo firmado por la directora del Museo, Rosario García.

Los arquitectos optaron por sacrificar la entrada por el Palacio del Cordón, que alejaba el Museo del centro de la ciudad, por un área de recepción previa a la que se llega a través de unas escaleras desde la plaza o bien mediante una rampa que comunica con la cuesta de San Cipriano y recorre el muro románico de Santa Lucía, haciendo posible el acceso a minusválidos. Esta opción obligó a elevar la cota de la entrada.

El inclinarse por el acceso desde la cuesta de San Cipriano facilitó la creación de un nivel intermedio donde se agruparon las áreas de almacenamiento, separadas por un patio del cuerpo principal y con acceso independiente desde el callejón de San Miguel, así como las zonas de actividades relacionadas con el espacio cultural. En el terreno de la antigua casa, delimitado por rocas, los arquitectos optaron por erigir un edificio de nueva creación de módulo cúbico, en cuyo interior integraron como elementos expositivos tanto los restos de las arquerías del antiguo palacio, que ahora forman parte de los elementos de la sala de la ciudad, como parte de la escalera palaciega que da acceso a otras zonas del Museo. Estos son los únicos elementos subsistentes del edificio original aparte de la fachada principal.

Este inmueble exteriormente está recubierto de piedra de Villamayor cortada en pequeños sillares que recuerdan a los adobes, las cubiertas son de chapa de cinc y el pavimento interior y el exterior está realizado en madera de teca.

En el interior el edificio alberga las salas de exposición permanente, iluminadas mediante lucernarios. La estancia principal, la de época romana, presenta una vitrina articulada, diseñada por Mansilla y Tuñón, que aloja el conjunto más preciado del centro: el Tesoro de Arrabalde. «El Museo lo idearon como una caja para contener los tesoros de la ciudad», destacan fuentes del Provincial. «Se trata de un conjunto articulado como las matrioskas rusas porque la caja grande», el edificio cúbico, «acoge a las pequeñas», en referencia a la estructura que arropa a las piezas encontradas en el castro celta de «Las Labradas» y que recuerda a una caja fuerte.

El acceso a las plantas altas se produce mediante un recorrido en espiral en torno a una larga rampa de doble tramo con nichos expositivos y luz cenital.

Otro de los elementos del conjunto lo representa la portada del Palacio del Cordón, de estilo gótico con motivos heráldicos en forma de gran escudo con las armas de los Ramírez y Noreña bajo el alfiz quebrado en forma de cordón franciscano. Desde ella se tiene acceso a las dependencias de la biblioteca, al salón de actos y a la sala de exposiciones temporales, situadas a nivel de calle al igual que los depósitos y talleres de restauración, mientras que el almacén visitable, ubicado en Santa Lucía, sirve de lapidario y a él se accede desde la plaza del Cordón.