El último aliento de vida
La hermana Lidia Arias se estrena en la carga del Cristo durante un tramo de la procesión de Las Siete Palabras
N. S.
Los propios estatutos de la Hermandad Penitencial de Las Siete Palabras fijan que se desfilará salvo que suceda algo serio. Con esta filosofía la lluvia no supondría un motivo suficiente para que el Cristo de la Agonía volviera a recorrer las calles de los barrios bajos como cada Martes Santo realiza desde el año 1968.
Los hermanos se dieron cita a las 22.30 horas para participar en la eucaristía en la iglesia de La Horta. La intervención del capellán de la Penitencial, José Alberto Sutil, en la que les instó a cumplir uno de los fines de la Hermandad «dar culto público» a la imagen del Cristo de la Expiación, y les pidió «silencio, para que otros puedan escuchar, oración, al ser un acto religioso, y decoro, ya que muchos se quedan impresionados por la austeridad y la belleza de nuestra Semana Santa y nosotros tenemos que contribuir a ello y ofrecerlo», puso el punto y final al acto.
La apertura de las puertas del templo románico supuso el preludio de la salida de los hermanos. Los caperuces de pana verde, la estameña blanca y los hachones hicieron que el numeroso público congregado guardara silencio. Sale cada una de las Palabras con su Crucificado y la imagen titular traspasó el umbral, portada en andas por ocho cargadores, entre ellos por primera vez una mujer, Lidia Arias quien llevó la talla parte del recorrido.
El cortejo dirige sus pasos por Paternóster, Buscarruidos hacia la cuesta del Piñedo para alcanzar la plaza del Seminario, San Andrés y la Plaza Mayor para continuar por Costanilla rumbo a la plaza de la Leña y desde la ronda de Santa María La Nueva dirigir sus pasos a la plaza de Viriato donde el coro mixto esperaba su turno para interpretar dos composiciones, «Siete palabras cumplidas», escrita por Irene Guerra y entonada a cuatro voces y «Siete Palabras» de Miguel Manzano, a una. Al paso del Cristo de la Expiación, del XVII y posiblemente realizada por el escultor toresano Antonio Tomé Diego, las Siete Palabras cobran protagonismo. Concluidas, los hermanos prosiguen por la plaza de San Claudio, preludio de su retorno a La Horta.
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