En algo están de acuerdo los colectivos ecologistas y las organizaciones profesionales agrarias, OPAs. Sólo en una cosa: La petición que el ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, pretende formular ante la Comisión Europea para que se anule la protección del lobo ibérico al sur del Duero y pase a ser considerado especie cinegética en este territorio no solucionará los ataques del gran depredador a la ganadería extensiva que pasta en las sierras de Castilla y León.

Los motivos de que a ninguna de las dos partes de esta balanza, que trata de buscar un equilibrio en este conflicto, convenza la propuesta del ministro son, como cabe esperar, diferentes. Ecologistas en Acción, SEO/ Birdlife y WWF consideran que descatalogar al lobo como especie protegida afectará a su recuperación puesto que a su juicio aún no podemos hablar de una población de lobos estable al sur del Duero.

Luis Suárez, responsable del Programa de especies de WWF España sostiene que el Plan de gestión del lobo en Castilla y León ya contempla, aunque de manera excepcional y para evitar daños concretos, que los agentes medioambientales puedan abatir lobos al sur del Duero. Por otra parte, para UPA Castilla y León, la modificación de la Directiva de hábitat europea a lo sumo agilizará la burocracia, pero no acabará con los ataques puesto que según su secretario regional, Julio López, el lobo ya es especie cinegética al norte del Duero y se siguen produciendo estos episodios.

«El lobo es un animal asesino y los asesinos están en la cárcel». Así de rotundo y contundente se muestra Fidel González, ganadero de Mayalde (Zamora) que ha tenido que desistir de llevar sus cabras y vacas al monte después de haber sufrido diez ataques de lobo en los dos últimos años. De esta forma ha perdido más de 50 cabras a las que suma las decenas de abortos que provocaron los ataque.

«El lobo mata, porque tiene que comer y por tanto tiene que matar». María Ángeles Méndez relata que espera cada noche a que su marido regrese del pinar de Mengamuñoz, en Ávila, donde permanece hasta las tres o las cuatro de la madrugada para vigilar a sus 150 vacas. Los ganaderos coinciden en señalar que el ganado extensivo es incompatible con la presencia del lobo y afirman, sin atisbo alguno de duda, que la convivencia es imposible.

La preocupación por la situación que viven los ganaderos se extiende también al colectivo ecologista. Al menos así lo reconoce Luis Suárez, de WWF España, quien afirma que «no son los ganaderos los que deben pagar la conservación de la especie» y afirma que el lobo sí puede ser compatible con el ganado; pero para ello marca como imprescindibles determinadas actuaciones.

La base de estas medidas está en no incidir tanto en el control de la especie, a través del abatimiento de ejemplares, y sí en trabajar medidas de prevención como perros guardianes, cerramientos o pastores eléctricos. Sin embargo, ninguna de estas propuestas convence a los ganaderos que sufren la presión del lobo y que insisten en que la única solución pasa por el control de la especie, especialmente en las zonas más conflictivas de la comunidad: las sierras de Ávila, Zamora, Segovia y Burgos, donde la abundancia de lobos, según Julio López, se suma a la existencia de poca especie silvestre de la que puedan alimentarse. Tampoco convencen a los ganaderos medidas como los cerramientos, ya que según el secretario regional de UPA «no se pueden poner vallas al campo».