Pintor que expone en La Encarnación

El pintor zamorano Manuel Esteban Lamas expone hasta finales de mes en La Encarnación una serie de obras pictóricas.

-La muestra «Emociones compartidas». ¿Qué es para su autor?

-Presento una nueva figuración, en la que se esboza, se señala grandes rasgos, de tal forma que es una pintura sugerente en sus temas. Dejo la obra abierta para que cada persona añada lo que no se ve en el cuadro.

-Cromáticamente opta por tonalidades de rojos y de azules, fundamentalmente. ¿Tiene una paleta muy definida?

-La verdad es que es algo que va por épocas. Por alguna razón unos temas te piden más azules o van más hacia esta gama o bien te demandan más rojos. No tengo una gama fija, depende de cada momento y del proceso de creación.

-Su obra se ha dado a conocer en diversas muestras por medio mundo. ¿Qué supone volver a su Zamora natal?

-Desde hace nueve años no muestro mi obra en la ciudad de Zamora. Personalmente está exposición me brinda la posibilidad de dar a conocer mi producción en mi tierra, donde no descarto instalarme en un futuro, y donde me siento entre amigos. Desde mi punto de vista esta sala tiene una gran ventaja que es su tamaño. Habitualmente los espacios comerciales no tienen estos techos.

-Lo que le ha permitido poder situar obras de gran formato.

-Efectivamente porque tengo cinco obras de dos metros así como seis de un metro y treinta centímetros. En esta exposición combino cuadros de formato grande y mediano, algo que suele habitual en mí. Procuro que haya distintas posibilidades para valorar la talla del artista, pero poder exhibir tantos tan grandes es algo excepcional.

-Se deduce de sus palabras está satisfecho con el marco que acoge su producción.

-Sí, creo que La Encarnación es un lugar de excepción para exponer. Además de contar con una gran amplitud de espacio así como techos altos también llama la atención el contraste entre la obra y el retablo. Sin duda es la mejor sala de Zamora. Incluso algún visitante, a modo de broma, me comenta, que esa pieza me ha salido algo distinta. (Risas).

-¿Le ha sido laborioso que la muestra abriera sus puertas?

-No, tengo la suerte de ser siempre muy bien acogido en Zamora. Es la tercera vez que expongo en esta sala y creo que la gente de Zamora y los entendidos en arte me respetan. El diputado de Cultura, José Luis Bermúdez, me invitó hace un tiempo a exponer, pero por compromisos no podía hacerlo en ese momento, pero me hacía ilusión volver a mi tierra. Agradezco también el catálogo tan cuidado que han confeccionado. Creo que la Diputación de Zamora intenta siempre realizar exposiciones de calidad en esta sala que alberga, como espacio público que es, desde belenes a muestras de Semana Santa.

-Acaba de publicar «Confesiones de un niño tímido», ¿cómo surge este texto autobiográfico?

-Nace porque soy una persona muy tímida, aunque creo que no lo aparento. En el libro cuento anécdotas de mi infancia y reflejo mis inquietudes vitales. Es un texto un poco de aventuras, por los muchos viajes que he realizado. Empecé a escribir a raíz de que una galería de Londres me pidió que hiciera la introducción de un catálogo de mi obra. Incluso en Estados Unidos, mientras que mi esposa estudiaba Literatura, estuve acudiendo también a clases. Desde hace diez años me he metido más en el mundo de la escritura, de hecho ya he publicado tres ensayos y una novela así como los textos de los catálogos de mis exposiciones.

-Combina dos artes que se complementan.

-Ante todo soy pintor y no sé vivir sin pintar. Para mí la pintura es la expresión más directa, como pensar, pero si pintar es pensar, escribir es hablar. Desde mi punto de vista hay cosas que no puedes expresar a través de los pinceles. La escritura te facilita plantear una serie de ideas distintas a la pintura y puedes comunicar otros pensamientos. Me gusta mucho el ensayo porque puedan ahondar en el alma de la persona y puedo explicar el por qué de las cosas, dado que soy una persona muy reflexiva. Con mis ensayos intento que la gente sea más feliz.

Zamora, 1944

Descubrió su vocación artística siendo un niño. Compaginó su formación básica con las clases de arte en la Escuela de San Ildefonso, dirigía por «Rodri» y decidió estudiar Bellas Artes. «Tuve el privilegio de que Antonio Pedrero, que por entonces hacía la mili, estaba pintando un mural en el cuartel y pasaba todos los días por el Museo de Bellas Artes, me vio pintar y le gustó. Me comentaba y me corregía a diario. Debo de decir que fue quien me preparó para acceder a Bellas Artes», remarca. Ha sido profesor de dibujo, faceta que combinó con su formación en el conservatorio y la escuela de canto. Durante veinte años se ha dedicado profesionalmente al canto sin olvidar su faceta de pintor. Ha expuesto en Amsterdam, La Haya, Tokio, Ginebra, Düsseldorf, Marsella, París o Bruselas, entre otras ciudades. Gusta de ahondar en el pensamiento filosófico y de reflexionar sobre la existencia del hombre.