Experta en literatura y nuevas tecnologías que ha obtenido sobresaliente cum laude con su tesis

N. S.

Jara Calles Hidalgo ha presentado recientemente su tesis doctoral sobre literatura y nuevas tecnologías, una investigación por la que ha obtenido sobresaliente cum laude.

-¿Cómo llegó usted a abordar la relación entre la literatura y las nuevas tecnologías?

-En la carrera estudié últimas tendencias literarias. Comencé a estar más atenta a lo que se estaba generando y que no era tan visible en el mercado y no figuraba en los suplementos culturales. Al leer esos textos te das cuenta de que las herramientas teóricas que posees no siempre funcionan o no resultan tan operativas, lo que te suscita preguntas. También estuve trabajando en «Afterpost», un blog que, hasta que cesó su actividad, tuvo bastante presencia en la red, donde fuimos desarrollando un campo de trabajo con novedades no necesariamente visibles. El ejercicio que hacíamos estaba entre lo académico y cierta innovación en el espacio de la crítica. Poco a poco, fui conociendo un corpus que me resulto interesante de analizar y del que obtener unas coordenadas.

-¿Cómo ha vertebrado la investigación?

-He seguido a numerosos autores, pero he discriminado aquello que tenía relación con la tecnología, pero desde el punto de vista de cuando lo tecnológico está asumido como espacio de subjetivación, es decir, cuando hay identidad, hay emoción y hay sociología, tres aspectos que hacen que la tecnología sea evidente e imprevisible en los textos. Vivimos en un período marcado por las nuevas tecnologías en la información, en el desarrollo académico, en las relaciones personales? Estamos continuamente operando con estos medios. Creo que la relación que se mantiene con ellos hace que asumas la manera en que se genera información y se produce como una forma de trabajo, de manera que veo más natural que alguien cree productos culturales a través de lo que tiene a mano en estos momentos que con herramientas que no son tan próximas.

-Ha analizado libros del inicio de siglo y del comienzo de esta década. ¿Ha observado alguna evolución?

-Por un lado, estos autores empezaron con editoriales minoritarias e independientes y en poco tiempo han realizado un salto cualitativo y cuantitativo hacia firmas más importantes como Alfaguara o Anagrama, que tienen otra capacidad de gestión y de difusión. El desarrollo estético de las trayectorias de estos autores se ha mantenido y han evolucionado conforme el contexto.

-¿Ha estudiado a autores zamoranos?

-Sí, pero únicamente a David Refoyo. No obstante, su obra la cito pero no la he incorporado, ya que había tomado escritores que había comenzado alrededor del 2001. Tanto David como otros autores, con un amplio baraje tecnológico, incluyen en sus publicaciones lo tecnológico de una manera tan naturalizada y nada impostada.

-En cuestión de poco espacio de tiempo las redes sociales han irrumpido en nuestras vidas. ¿Ese auge se refleja también en la literatura?

-Están presentes, pero no tematizadas. Hay una obra de Javier Moreno, cuyos enunciados guardaban estrecha relación con el paradigma de la escritura en redes: Brevedad, concisión y, hasta cierto punto, singularidad. De manera paralela existe la autoficción. Uno asume también que el perfil que puede haber en Tuenti y Facebook es distinto al que puede tener en otros espacios. Una de las ideas que he trabajado es la identidad tecnológica y en Facebook hay una particularidad, que personalmente me parece significativa, que consiste en que tu perfil sigue activo, aunque no estés en la página. La gente puede seguir interactuando contigo, pese a que tú no estés conectado.

-¿Se ha modificado el lenguaje empleado por los autores en la década que estudia?

-Sí. Creo que se caracteriza por una mayor síntesis y agilidad. Se adquieren muchas palabras porque la realidad es otra y quizá se han tomado desde el inglés. En los años 90 se intenta reproducir cierta jerga, pero quizá ahora eso resulta pesado. Se ha incorporado el lenguaje científico y se tiende a la visualidad. También he notado que importa que se sucedan cosas. El acontecimiento cotidiano y singular cobra relevancia.

-¿Las nuevas tecnologías ofrecen una narración más visual?

-Sí, es abundante mediante la generación de imágenes poéticas y visuales. Utilizan la imagen física en vez de describir. Si hablas de una fotografía, la incorporan al texto en vez de describirla. El lenguaje visual y el escrito son compatibles. No hay una confrontación o elección se pueden trabajar con los dos lenguajes. Se pueden construir imágenes con palabras o utilizarlas.

-La tecnología avanza deprisa, ¿evolucionará igual su presencia en la literatura en los próximos años?

-No lo sé, pero según varié la experiencia de la tecnología. Es posible que a algunos escritores les deje de interesar la generación de obras poliestéticas o puede que sigan investigándolo y que derive hacia fetiches literarios. Los autores que he estudiado no responden a la definición de generación. No me parece ni operativa, ni rigurosa. Por otro lado, considero que les interesa qué se puede hacer con la escritura literaria. Exploran posibilidades expresivas y están muy receptivos. Es gente muy comprometida con lo que hace y tiene un interés por crear investigando.

-El libro electrónico tiene cada día una mayor presencia entre los lectores. En su opinión, ¿qué futuro tiene el soporte papel?

-Desde mi punto de vista pueden convivir los dos. No obstante, la industria tiene que saber acomodarse a la coexistencia y saber gestionar la dicotomía que antes no existía. Ha habido libros que han aparecido digitalmente, que no tienen por qué ser gratuitos, que han generado unas ventas y han sido rentables. Igual que el precio no supone una garantía de calidad, creo que la gente no va a consumir más porque se pueda acceder a los contenidos de una manera más barata o bien de manera gratuita.

Zamora, 1984

Muy vinculada a la localidad de Sanzoles, donde residen sus padres. Estudió Filología Hispánica en la Universidad de Salamanca y posteriormente Teoría y Crítica Literaria en la Universidad de Granada. Cursó un master de español para extranjeros en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander y finalmente se doctoró en la Universidad de Salamanca en el departamento de Estética y Teoría de las Artes. Acaba de obtener sobresaliente cum laude con su tesis «Literatura y nuevas tecnologías. Aproximación estética al modelo literario español de principios de siglo 2001-2011». Actualmente reside en la capital de España.