Joan Rigo Bonet presenta hoy en el Colegio Universitario, a partir de las 19.30 horas, su libro «La isla de Cabrera y la Guerra Civil», un homenaje a su familia represaliada durante el conflicto bélico y el franquismo.

-¿Cómo surgió la oportunidad de recoger en un libro las vivencias de su familia?

-En 1991, cuando regresé de trabajar muchos años en el extranjero, comencé a hablar con mi tío Jeroni y vi que escondía una historia alucinante, que se había silenciado, como tantas otras. Le propuse grabar unas conservaciones para poder publicar sus memorias. Mi familia se vio dividida en 1936, quedándose las mujeres y niñas en Cabrera y yendo los hombres se a Menorca, que fue republicana hasta el final de la guerra. Cuando le preguntaba a mi madre se ponía a llorar, todavía no había superado ese trauma. Ella falleció en 2001 y al año siguiente mi tío. Así que fue en 2003 cuando me puse en serio y descubrí todo lo que había pasado.

-¿Se convirtió en algo más personal?

-Necesitaba saber qué había pasado, por qué les habían condenado, qué habían hecho. A mi abuela la encerraron acusada de hacer propaganda marxista, y ella no sabía ni leer ni escribir. Recogí correspondencia familiar e incluso me hice la ruta que habían seguido mis tíos por varias prisiones españolas.

-Y fue así como llegó a Zamora en su investigación.

-Utilicé las vacaciones de 2005 para recorrer Barcelona, Guadalajara, Madrid, Burgos, San Sebastián y, finalmente, Toro y Fresno de la Ribera, donde tenía especial ilusión por venir, porque, a pesar de todo, mi tío tenía buenos recuerdos de aquí. Su periplo finalizó el 18 de enero de 1946, cuando se les concedió el indulto.

-¿Qué fue lo que más le impactó en sus investigaciones?

-Algo que me impactó fue encontrar las declaraciones de mi madre, con solo 17 años, preguntándole qué había pasado en Cabrera, intentando inculpar a sus hermanos y padre. Veía la manipulación y se me caían las lágrimas. Por eso mi obsesión ya era reivindicar la falta de justicia que tuvo mi familia.

-Su tío falleció cinco años antes de la aprobación de la Ley de la Memoria Histórica, ¿le habría gustado?

-No, porque es muy deficiente. Lo que no se entiende es que en Alemania se hayan declarado nulas las sentencias nazistas y aquí no se haya hecho esto. Cientos de miles de españoles pasan a la historia como criminales siendo inocentes. La Ley ha mejorado algunos aspectos, pero la cuestión principal es el tema de las desapariciones forzosas. Solo en Mallorca hay registradas casi dos mil. Nadie merece pasar a la historia como lo que no es. Además, gran parte de esa gente murió por unos ideales, por defender el régimen legítimo o sin motivo, simplemente por venganza.

-¿España todavía no ha superado este episodio?

-Lo que está pasando con Garzón es una prueba de ello. Ya no es cuestión de partidos políticos, sino de personas, actitudes y valores. Durante la transición no fue el momento, había heridas abiertas y lo que se hizo fue echar más tierra encima de la memoria de los vencidos. Ahora con la Ley aún no se cierra la herida, se dejan muchas cosas pendientes. ¿Cuándo es el momento, si han pasado 70 años? Lo que hay que hacer es pensar qué valores se transmiten a las nuevas generaciones si no se da importancia al respeto por la vida.