El cumplimiento de sus funciones le ha costado una agresión por parte de dos responsables de la obra en la que trabajaba como vigilante de seguridad porque les requirió para que se identificasen; y un acoso laboral desde que estos -uno de ellos el encargado general- fueran denunciados y condenados a indemnizarle. Esta situación le mantiene de baja psicológica desde abril. Los dos condenados por una falta de lesiones llegaron no sólo a arrinconarle contra una pared y presionarle el cuello con el antebrazo, sino a introducirle el teléfono móvil en la boca de forma violenta, lo que le provocó heridas, pegarle patadas en los testículos, insultarle y amenazarle de muerte. Los procesados fueron también encontrados culpables por el juez de resistencia a la autoridad, al negarse a entregar su documentación a los policías que auxiliaron a su víctima.

Hasta el incidente, ocurrido a la una y cuarto de la madrugada del 8 de marzo, en el que el zamorano tuvo la suerte de que llegara un coche patrulla e interviniera para frenar a los agresores, el guarda, Andrés Fernández Rivera, era jefe de equipo de seguridad y organizaba la vigilancia de la obra. A partir de ahí, «me quitan la placa, y me empiezan a mover, paso de estar en la oficina de la zona 0, uno de los mejores puestos, a los peores lugares de trabajo». Se le desvincula de las tareas organizativas que desarrollaba, «me desautorizan delante de los vigilantes a los que tenía a mi cargo para designarles el trabajo diario», relata.

Quienes tuvieron que sentarse en el banquillo se lo advirtieron: «No sabes dónde te metes, retira la denuncia». Exigencias a las que se resistió y le costó una baja por depresión, «llevo desde abril encerrado en casa por miedo, en tratamiento psicológico por «decaimiento de estado anímico con ansiedad, no puede conciliar el sueño, ha perdido la capacidad de mantener una vida social normal»», figura en el parte médico.

Los especialistas vinculan directamente estos síntomas con el acoso laboral y la «agresión» sufrida en marzo pasado, cuando se encontraba en su puesto de vigilancia, en la zona 0 de las obras del AVE en Logroño y los responsables de obra tratan de acceder al interior del recinto y el guarda les exige que se identifiquen, ya que «no les conocía y era norma habitual». «Tú no sabes quién soy yo», le espeta uno de acuerdo a los hechos probados que recoge la sentencia, «soy el encargado general de la obra y tú eres una puta mierda, no tengo que enseñarte nada, mierdecilla».

La víctima llama desde su teléfono móvil al responsable de la empresa de vigilancia y éste le indica que pueden pasar, «cuando iba a colgar, se dirigen a mí, uno me da un manotazo y el móvil cae al suelo», diciéndole «hijo de puta, eres un mierda, ¿tú me vas a pedir a mí la documentación?». Le agarraron del anorak y le colocaron de espaldas contra la pared, «golpeándole la cabeza contra la misma». El encargado general «le colocó el antebrazo en el cuello, obligándole a ponerse de puntillas», mientras le restregó su documentación por la cara al tiempo que le insultaba, prosigue el fallo judicial, «¿ves como soy el encargado de la obra, cabrón?, te voy a matar». En ese momento, «sonó el móvil del vigilante» y uno de los procesados lo recoge del suelo, «toma hijo de puta, es para ti», le decía cuando» lo introducía a la fuerza en la boca y con la mano abierta» trató de golpear el aparato. Este mismo acusado fue el que le dijo «vas a perder tu puesto de trabajo, eres un inútil, no sabes hacer tu trabajo y te vas a enterar de quien soy yo».