Su gran tamaño, la calidad técnica y la policromía de parte del conjunto llaman la atención de los visitantes que contempla la nueva Pieza del Mes del Museo de Zamora, la escultura «Nerón y Séneca» de Eduardo Barrón. No obstante, el grupo se muestra desde finales de septiembre en la sala principal del centro, la dedicada al mundo romano, gracias al acuerdo entre el Museo del Prado y el Provincial para que el zamorano lo tenga en depósito durante, al menos, cinco años.

Hasta ahora el centro mostraba en la sala VIII un pequeño boceto en escayola del conjunto, donado por los familiares del escultor zamorano, fallecido en noviembre de 1911. En él maestro y pupilo aparecen patinados, mientras que la diosa Minerva, sin cabeza, carece de ese acabado.

«Nerón y Séneca», realizado en escayola, lo premiaron en la Exposición de Bellas Artes en 1904 con la Medalla de Oro de Escultura, por lo que pasó a ser propiedad del Museo Nacional del Prado, aunque nunca llegó a ejecutarse en bronce. En este grupo Barrón volcó su conocimiento y experiencia en la escultura clásica, logrados en su formación en la Academia de España en Roma, becado por la Diputación, y en su trabajo como conservador del Museo del Prado.

El conjunto exento supera el canon natural y representa a Séneca instruyendo a Nerón, del que era tutor. El joven aparece sentado sobre un almohadón y una especie de manta decorada y policromada así como vestido con una toga ribeteada con motivos geométricos. Nerón se tapa la cabeza con una capucha, por lo que apenas se aprecia su pelo. Sobre el pecho luce adornos patricios y calza unos zapatos minuciosamente tallados. Frente a la riqueza del futuro emperador, la sencillez de Séneca. El filósofo exhibe una toga y el clásico peinado con rizos pegados a la frente. Eduardo Barrón Casanova, hijo del artista, en su libro «Un escultor olvidado», indica que «Prudencio», el marido de una criada de su madre, « fue el modelo de Séneca». A la izquierda de la composición se halla una mujer que tiene una lechuza a los pies que la identifica como la deidad de la sabiduría y la guerra, Minerva. Porta un peto, un casco y le falta el brazo izquierdo en el que posiblemente tuviera un escudo.

El grupo, por el que el Estado pagó 5.000 pesetas, se colocó a la entrada del Museo de Arte Moderno para en 1924 trasladarse a Córdoba a petición del director del Museo Provincial de Bellas Artes de la ciudad andaluza.

En el año 2002 el Museo del Prado se interesó por recuperar la pieza que estaba bastante deteriorada. El grupo ha sido sometido a una minuciosa restauración que ha durado más de dos años y que ha implicado una intensa limpieza con geles de agar-agar o la reconstrucción los dedos de la mano derecha que le faltaban a Séneca, en base al boceto del Museo de Zamora. Tanto las partes reparadas como las faltas «se estucaron y se reintegraron cromáticamente empleando, materiales reversibles como la acuarela y el gouache y técnicas como el puntillismo y el trateggio».