Un pescador de cangrejos se topó alrededor de las seis de la tarde de ayer con un proyectil de la Guerra Civil de unos 30 centímetros de largo sin detonar, que permanecía oculto en un saco de plástico y bajo las raíces de un árbol de la margen izquierda del Duero.

Minutos después del aviso a la Policía Nacional, varias patrullas acordonaron la zona por seguridad y siguiendo el protocolo vigente cortaron la circulación de personas y vehículos desde el puente de Piedra hasta la playa de Los Pelambres, en la zona frente al edificio de la Fundación Rei Afonso Henriques.

Tras las primeras averiguaciones de los agentes de la capital, que confirmaron que se trataba de un artefacto aún sin detonar, requirieron la presencia de un Técnico Especialista en Desactivación de Artefactos Explosivos (Tedax), que llegó minutos más tarde desde Valladolid.

El Tedax, acompañado de varios policías nacionales de la capital, sacaron el explosivo de la zona de la margen fluvial sobre una manta, para después analizarlo en profundidad ya en dependencias policiales.

El tráfico rodado se restableció una vez que se calibró el peligro que podía suponer la detonación fortuita del artefacto, que según fuentes policiales no era muy importante, aunque el paseo por la acera próxima al río no se abrió a los peatones hasta que los agentes retiraron el explosivo de la concurrida zona de la orilla del río Duero.

El experto decidió no detonar el explosivo en el lugar donde se encontró y prefirió transportarlo, posiblemente a Valladolid, para poder obtener la máxima información posible.

El pescador de 67 años, Manuel del Nacimiento, que en un principio no se percató del alcance de hallazgo, retiró el saco con el artefacto dentro y lo tiro hacia el camino. «No sabía lo que era, estuve maldiciendo un rato a la gente, por tirar basura al río, y lo retire para que no estuviera en el agua», explica el pescador, que asegura que la Policía le advirtió que si el golpe se lo hubiera dado contra el muro que flanquea paseo del río, «no saben lo que hubiera podido pasar».

Fue un conocido de Manuel, «un amigo vasco que está de vacaciones en la capital», según explicó, el que reconoció el explosivo, ennegrecido por la maleza y los años. «Llamamos a la Policía y se presentó aquí en un momento y acordonó toda la zona, nos sorprendimos mucho todos», explica el zamorano, residente en el barrio de Rabiche.

Hasta la zona se desplazaron algunos curiosos intrigados por la razón del corte de tráfico en la avenida, aunque el cordón policial impedía el paso para vehículos y viandantes. No fue hasta las 19.30 horas cuando la Policía reabrió la circulación y habilitó una de las aceras para el tránsito de personas. Pese a la insistencia de alguno de los transeúntes, los agentes no revelaron nada de lo que acontecía en el paseo, por lo que comenzaron a brotar entre la gente diferentes versiones del porqué mantenían la calle bajo un cordón de seguridad.

Pese al despliegue policial y la noticia del artefacto hallado, un vecino del barrio no se sorprendía de lo acontecido: «para hacer los túneles del tren después de la guerra se utilizaban bombas de estas, así que cualquiera puede tener una», explicaba.

La procedencia del proyectil, así como sus características técnicas y su capacidad de detonación tendrán que ser estudiadas por los agentes artificieros que levantaron el dispositivo del lugar donde se encontró.