La apertura del tercer lucillo del primer tramo del muro sur de la Catedral, rematado en arco apuntado, ha permitido descubrir una escultura yacente de bulto, un enterramiento, que representa al canónigo Alonso García, abad del Espíritu Santo, fallecido en el año 1409. La colocación de una tela impide observar la talla del siglo XV, aproximadamente de una longitud de 1,20 metros y con vestidos propios de su cargo, recuperada a final de junio, tras retirar el tapiado, situado en la parte sur del templo, hacia los pies de la seo, según la información a la que ha tenido acceso este periódico.

El hallazgo ha resultado una sorpresa, puesto que la endoscopia realizada en la tumba impedía ver con claridad el trabajo escultórico al estar lleno de piedras de diferentes tamaños y formas. La inspección del intradós únicamente permitió observar la existencia de pinturas murales figurativas y geométricas en su zona central y a la derecha del arcosolio que representan el Cordero apocalíptico, escudo del Cabildo de la Catedral de Zamora, según se adelantó en su día desde el Obispado, cuando se dio a conocer el grupo escultórico de la «Transfiguración», el primero descubierto en el principal templo de la capital.

El de Alonso García es el segundo sepulcro rehabilitado, aunque no será el último, ya que la intención del Cabildo es ir recuperando aquellos que se pueda, según la capacidad de financiación de los trabajos. Tapiados en el siglo XVII, cuando las tendencias artísticas así lo impusieron, en el muro sur, junto a los dos descritos, en la misma pared de la nave, se encuentra el sepulcro del obispo Bernardo de Perigord, muerto en 1149, según reza en la pequeña piedra funeraria colocada en el lugar. Se trata de un lucillo rematado en arco de medio punto, que podría contener los restos del primer prelado de Zamora nombrado tras la restauración del Obispado en 1121. Y es que la prospección realizada ha permitido saber que el arcosolio guarda los restos completos y momificados de una persona, cubiertos por un sudario.

El cuarto enterramiento que ha sido analizado con la técnica de la endoscopia a través de la pared de la seo, situado en el primer tramo del costado sur del coro, está rematado en arco escarzado y contiene los restos mortales del chantre (oficio honorífico y preeminente de las iglesias catedrales, responsable del gobierno del canto en el coro), Juan del Busto, fallecido en 1425. Se sabe que es un altar, puesto que, de acuerdo con las inscripciones de los epitafios, la sepultura se halla debajo el solado.

El quinto de esas composiciones, cuya huella y placa están en el primer tramo del costado norte del coro, se construyó bajo un arco de medio punto y contiene resgos mortales de varias personas, recogidos tras el incendio del antiguo claustro ocurrido en 1591 y recolocados en 1621.

El examen del hueco funerario, que no descarta que sea del Conde Arias Gonzalo, albacea del rey Fernando I de Castilla, si se hace caso a la tradición y la documentación existente -que sitúan su tumba en el ala norte de la Catedral-, ha desvelado que en su interior se hallan los restos completos y, también posiblemente momificados, de un hombre con su sudario, bajo cuyo cadáver estarían otros falleccidos.