La sencilla y familiar aspirina es «el fármaco más utilizado por la humanidad» y por ello ha sido el asunto elegido por un zamorano auténtico experto en la materia, el catedrático de Farmacología de la Universidad de Navarra, Jesús Honorato Pérez, para su discurso de ingreso en la Real Academia de Medicina de Salamanca, que se producirá el próximo viernes, día 17, a las siete y media de la tarde, apadrinado por el doctor José Miguel Diego.

Se calcula que en la actualidad se consumen en el mundo 2.500 aspirinas por segundo, un fármaco que tiene sus orígenes hace precisamente más de 2.500 años. «Los sumerios, y luego los egipcios, utilizaban la corteza del sauce para curar inflamaciones y dolores. Y la corteza del sauce contiene salicilatos, unas sales que son antiinflatorias y analgésicas. Posteriormente se vio que había otra planta, que se llama la "spirea ulmaria" que también tenía esas propiedades, que ya usaba Hipócrates, Galeno y montones de médicos de la antigüedad», señala Honorato. Naturalmente, «ellos no sabían que esas plantas tenían salicilatos».

Pasa el tiempo y «allá por el siglo XVIII, en 1763 hubo un clérigo en Inglaterra que vivió en una zona con mucha malaria y mucha fiebre. Piensa que se podía usar la corteza del sauce para tratar esa fiebre porque había entonces una teoría, que donde se producía la enfermedad, allí mismo tenía que estar el remedio. En el entorno donde había tanto enfermo de malaria y de fiebre había mucho sauce, y el clérigo pensó en utilizar esta planta». Hizo «un estudio muy bonito en 50 pacientes, lo presentó en la Royal Society en Londres y lo que obtuvo fue un descenso importantísimo de la fiebre».

A partir de ahí comienzan los estudios más científicos sobre el asunto. Primero se extrae de las plantas una sustancia que se llamó «salicilina», porque venía del sauce, «salix alba» en latín. «A partir de la salicilina se sintetizó y se logró el ácido salicílico. Fue a partir de este producto, en 1898, cuando se sintetizó el ácido acetilsalicílico, la aspirina». Quien logró esta síntesis «fue un químico de la casa Bayer que se llamaba Félix Hoffman», explica el zamorano «y ahí nació verdaderamente la aspirina. Hubo problemas para ponerle el nombre al ácido acetilsalicílico antes de comercializarlo, pero se le puso aspirina por la "spirea ulmaria"». El éxito del medicamento fue «inmediato. Hoffman había trabajado en el asunto porque su padre sufría reumatismo y lo pasaba muy mal. Tomaba ácido salicílico, pero este compuesto daba problemas: era horroroso para el estómago, producía molestias, vómitos, vértigos, etcétera. Por eso sintetizó el ácido acetilsalicílico. Rápidamente lo probó en sí mismo, vio que no producía daño, se lo dio a su padre, que mejoró muchísimo y eso enseguida hizo que la casa Bayer comercializara la aspirina, primero en forma de polvos, luego de comprimidos, y tuviera una difusión total».

Pero la aspirina todavía iba a dar más alegrías como medicamento útil. En 1971, John Vane, descubre la acción de la aspirina sobre las prostaglandinas «y eso hizo que a partir de ese momento se utilizara también en la prevención de las enfermedades cardiovasculares, que es una de las grandes utilidades actuales», explica Jesús Honorato.

En resumen, que la popular aspirina sigue siendo un fármaco de mucha utilidad para fiebre, inflamación, prevención del cáncer de colon, del infarto de miocardio y otras dolencias.